jueves, 4 de febrero de 2010

Ideas equivocadas asesoran mal a los asesores, que lógicamente terminan asesorando mal a los funcionarios


Mi respuesta al modelo de desarrollo defendido por el diputado Agustín Rossi en su blog

Su tesis parte de una premisa lógica, que para el desarrollo social es necesario el desarrollo económico y que para lograr esto hacen falta inversiones. Ok…
El gráfico continúa diciendo que hace falta crédito accesible para desarrollar un mercado financiero. También reconoce que para el crecimiento del mismo hace falta “confianza que serán devueltos los préstamos”. Esto es lógico pero es cómico en el blog de un diputado oficialista, ya que durante todos estos años hicieron gala de la quita “ejemplar” que se le hizo a los tenedores de bonos por parte del gobierno nacional. Entonces… ¿el modelo del desarrollo es la quita a los tenedores de deuda para ahorrar divisas o el cumplimiento que generaría la confianza para desarrollar un mercado financiero?
A continuación aparecen las políticas tan originales como novedosas -ironía- de las que hace uso el gobierno para conseguir “acumulación de reservas” y “superávit”: “Tipo de cambio competitivo”, “Protección aduanera” y “manejo fiscal responsable”. Tipo de cambio: Para empezar tenemos que entender que una moneda es un bien y que como los demás bienes su valor está dado por la oferta y la demanda. Cuando un empresario fabrica vasos de plástico y los vende bien consigue su precio en el mercado para operar. Si la demanda aumenta y percibiendo esto incrementa su stock puede mantener el precio y multiplicar sus ganancias. Si por una decisión equivocada en un momento determinado produce más vasitos de los que vende, se da cuenta que éstos no tienen el valor por el cual que pensaba venderlos e inevitablemente su precio baja. Estos vasitos ahora son más baratos…yo me pregunto ¿Son vasitos más competitivos? No, son vasitos menos valiosos que empobrecieron a su propietario. Un peso, al igual que un vasito tiene un valor y un peso que vale menos no hace más competitivo a su tenedor, lo hace más pobre. Al defender un “tipo de cambio competitivo” también nos están diciendo que los individuos no estamos en condiciones de darle un precio a la unidad de medida del bien que vamos a utilizar para realizar las transacciones, por lo que necesitamos un organismo monopólico que fije arbitrariamente el valor de moneda. También los dueños de ese boliche nos dicen que según su interpretación de la política económica, ésta tiene que valer menos que las de otros países. Como si fuera poco manejan el stock como quieren dándole de comer al bicho inflacionario al que pretenden controlar sin éxito. Ya que reconocen que necesitamos de un banco central que fije un tipo de cambio “competitivo” podrían ser honestos y confesar también que como un monopolio puede fijar precio o cantidad, pero no las dos cosas al mismo tiempo, que estamos condenados a la inflación por sus políticas monetarias expansivas y que mientras sigan “dándole a la maquinita” nosotros vamos a seguir perdiendo el valor adquisitivo de cada peso “competitivo” que tengamos en el bolsillo. Si el burócrata de turno sabe esto porque acaba de comprar dos millones de unidades monetarias extranjeras y los tenedores de pesos nos damos cuenta cada vez que vamos al supermercado que somos más pobres, me resulta inevitable pensar que este plan económico que el asesor le brinda al diputado Rossi, más allá de sus intenciones, no es más que la excusa teórica para una alianza que tiene como únicos beneficiados a los productores ineficientes y a los políticos que los defienden. En la segunda lámina aparece la necesidad de “acumular reservas” para conseguir previsibilidad cambiaria y espantar los temores de una posible devaluación. ¿Por qué tendríamos que tener miedo a una devaluación por falta de divisas extranjeras si ellos dicen que por ley se pueden fijar los precios? Si existiera una converibilidad con una divisa extranjera este argumento tendría más sentido. Mientras el tipo de cambio sea controlado y se mantenga artificialmente una moneda devaluada es lógico que la ambición de reservas tiene más que ver con la intención de un manotazo que con la estabilidad monetaria.
Protección aduanera: Otro argumento refutado desde 1776 por Adam Smith, el cual no leyeron, no entendieron o simplemente ignoraron. Mucha gente todavía hoy piensa que un producto importado de mejor precio y utilidad que uno local tiene que ser gravado lo suficiente como para que el productor nacional no vaya a la quiebra. Yo no estoy de acuerdo. Creo que no exponer a la competencia a todos los bienes y servicios del mundo fomenta la ineficiencia, el perjuicio de los consumidores y el beneficio de la alianza político-empresario amigo, pero como esto no es una defensa de mis ideas sino una crítica a las de los asesores del gobierno me voy a concentrar en exponer sus falencias. Si una aduana en la frontera nacional, como dicen desde el staff de Rossi, es una acertada política económica, nos están queriendo decir que es preferible que nosotros paguemos más por un producto "nacional" (nadie traería uno más caro de la misma utilidad que uno nacional) para darle trabajo a su productor local, en perjuicio de lo que podríamos demandar en otros bienes y servicios en la economía con la diferencia que nos estaríamos ahorrando. El último impuestazo tecnológico a lo que no venga de Tierra del Fuego es un ejemplo de esto. Tengo una buena noticia para el gobierno: si esto es cierto acabo de descubrir la solución para la desocupación: Pongamos aduanas en todos los barrios y listo. Si por ejemplo Mataderos tiene un porcentaje de desocupados pongamos impuestos a toda la ropa que llega de flores, a la Coca Cola de la planta de San Justo o al agua mineral que viene de otras provincias. Recibiendo estas señales probablemente se pongan a producir ropa, Coca y a mineralizar artificialmente agua de la canilla, seguramente varios de los ex desocupados encuentren trabajo en estas industrias incipientes. Pero lo único que lograrían es descuidar sus ventajas frigoríficas, ahora perjudicadas por los impuestos a la exportación hacia otros barrios en pos de la nueva ropa, Coca y agua ahora Made In Mataderos. La misma ineficiencia produce una aduana en una frontera y la solución para eliminar la desocupación es la liberación internacional del comercio. Los controles sólo incentivan la ineficiencia, dan falsas señales y distorsionan los precios relativos.
Manejo fiscal responsable: Todos tenemos diferentes preferencias por más que les pese a los burócratas socializantes. Mientras que con sus recursos una persona puede preferir no irse de vacaciones para ahorrar, otras pueden elegir un viaje modesto y atesorar un porcentual y otras pueden quedarse con un destino veraniego más costoso, disfrutarlo y dilapidar la totalidad de sus recursos empezando de 0 el nuevo año. Todas son elecciones a priori y la satisfacción final es una especulación. El que decidió ahorrar todo el dinero sacrificando sus vacaciones puede morir repentinamente en marzo o encontrarse con una posibilidad de negocio que le permita multiplicar los recursos ahorrados. Pero si hay algo en común entre el previsor, el moderado y el despilfarrador es que cada uno sabe que es lo que quiere para sí mismo, por lo tanto cada uno es más “eficiente” con sus propios recursos. Ahorrárselos a quien quiere gastarlos y viceversa es inmoral e ineficiente. Por lo que podemos decir que un manejo “responsable” de recursos, para empezar, es el que sus propietarios deciden darle. El régimen de coparticipación profundizado por el gobierno y defendido por este diputado es justamente su antítesis, un caldo de cultivo para la ineficiencia. Hay un acuerdo entre los miembros de las sociedades de que el estado (¡no el gobierno!) puede disponer de un porcentual de sus recursos mediante impuestos y que éstos sirvan para cubrir sus funciones indelegables como la seguridad y la justicia y que también se atienda de manera subsidiaria a quienes no puedan conseguir en el mercado necesidades básicas como salud y educación. A partir de esto mucha gente cree encontrar otras funciones para el estado, pero ahí ya no estamos todos de acuerdo, así que enumeré sólo las que tienen un consenso general. Ahora, la única política fiscal responsable es la que pueden controlar sus contribuyentes. Cuando el gobierno recauda todo de manera centralizada y reparte como una piñata el contenido del botín para su gasto descentralizado es imposible el “manejo fiscal responsable”. No existen los más mínimos incentivos para ser responsables con estos recursos. De esta manera un contribuyente financia cosas que ni sospecha en gestiones de otras provincias a miles de kilómetros de distancia. La eficiencia de todo esto es la misma que la imposición del ahorro al que quería gastar todo en sus vacaciones. Un insulto a su inteligencia, a su propiedad, a sus elecciones y a sus recursos. Si el gobierno quiere, como dice Rossi, un “manejo fiscal responsable”, que promulgue una ley que descentralice la recaudación de impuestos y que los gobernadores e intendentes puedan ofrecerle a la ciudadanía lo que quieren hacer con sus recursos, porque el modelo actual es discrecional, ineficiente e irresponsable.

El siempre buen superávit y la tesis mercantilista: Otras dos falacias

Este cuadrito que le diagramó el asesor al legislador oficialista defiende algo que nuestra presidenta constantemente intenta vendernos como positivo: “el superávit”. Coincidamos que a simple vista suena bien… nos dice que tenemos algo por encima de lo que gastamos y eso tiene que ser bueno… ¿o no?
Si una persona exitosa percibe por mes un millón de dólares y gasta novecientos cincuenta mil, sus cuentas arrojan un superávit indiscutible. Un pobre tipo que percibe mil pesos mensuales y logra ahorrar uno…también. O sea, no fueron a pérdida ni salieron “hechos”, sino que atesoraron algo. Ahora… ¿la existencia de un superávit fiscal o comercial es maravillosa por si misma? No necesariamente.
Mientras que el gobierno propone “importar menos y exportar más” para conseguir un superávit y vendernos un anuncio rimbombante nosotros tenemos que estar más atentos al detalle. Para empezar, si no se endeudan a nuestro nombre es imposible que cualquier balanza de déficit por mucho tiempo, de la misma manera que nosotros no podemos gastar más de lo que percibimos para siempre. Por lo tanto, más importante que el superávit comercial es un aumento en las transacciones: no más exportaciones y menos importaciones. Más exportaciones, más importaciones, más mercado y más transacciones. La única receta: menos regulaciones. El que piense que esto depende del tipo de cambio que mire la balanza comercial histórica con Brasil. A más PBI, más intercambio comercial, no a “más favorable tipo de cambio”. Lo mismo pasa con el superávit fiscal. Que en un período hayan recaudado más de lo que gastaron no significa que sea el mejor de los escenarios. Esa recaudación podría ser excesiva y estar ahogando a los sectores productivos desincentivando la inversión. Las variables a tener en cuenta acá son el gasto público y la presión impositiva.