Las ideas de la libertad y las excusas históricas
Hoy, a la hora de analizar los diversos pensamientos políticos, no sólo los liberales coinciden que el marco ideal para el desarrollo de una república puede venir de la mano de una economía de mercado abierta, división de poderes, federalismo y poder limitado. Un amplio espectro que va desde el pensamiento más conservador hasta el denominado centro izquierda o progresismo coincide que la república liberal es una receta exitosa, pero no siempre aplicable. Siempre existen razones para que en una coyuntura temporal determinada se encuentren motivos para bregar por mayor intervención estatal, ya sea “de derecha”, para incidir en comportamientos sociales y afectar libertades individuales o “de izquierda” para intervenir en lo económico. Es ahí cuando estas diferentes voces coinciden que las libertades plenas pueden servir en otras sociedades o en otros momentos históricos, pero que definitivamente no es tiempo para impulsarlas. Nada de esto es nuevo.
Juan Manuel de Rosas en 1834 le escribía en estos términos a Facundo Quiroga en
Rosas, que ejerció su segundo mandato desde 1835 hasta la batalla de Caseros en 1852, se manejó con la fuerza de un gobierno autoritario ejerciendo una represión tanto explícita o implícita. Como describe Félix Luna en su Breve Historia de los Argentinos: “Rosas no tenía el menor sentido de tolerancia o de pluralismo en relación a sus opositores; creía en la necesidad de una autoridad paternalista que rigiera hasta en los mínimos detalles la vida de la colectividad”.
El marco institucional distaba mucho de ser el que Alberdi propuso en su Constitución de 1853 y que terminó cambiando la historia nacional. Antes del proyecto liberal, en
Las políticas restauradoras podrían describirse como una reacción a las reformas más liberales de Rivdadavia en lo administrativo, político y fiscal. Para el economista Roberto Alemann la política económica rosista era en algún modo volver a algunas formas institucionales coloniales, pero sin virreinato ni colonia. Durante sus años de mandato gobernó con la Legislatura y a pesar del autoritarismo, en lo formal respetó la mecánica legal. En lo que respectaba a los dineros públicos se realizaban presupuestos anuales, cuyos faltantes eran reemplazados con emisión monetaria autorizada por el Poder Legislativo de la época.
El actor económico favorecido fue la ganadería que no sufrió intervenciones del Estado y progresó libremente. No se fomentaron industrias manufactureras ni tampoco la agricultura y la minería. El mercado de cambios estaba fuertemente intervenido y en materia de comercio exterior y protección de la industria Rosas actuó con total pragmatismo.
Entre sus acciones que repercutieron en el modelo figura la disolución de la Comisión de Inmigración creada en 1824, lo que detuvo la llegada de extranjeros. Tampoco se desarrollo el ferrocarril -por esos días ya funcionando en Europa y Estados Unidos- por lo que los caminos continuaban siendo primitivos y los puertos no eran bien aprovechados.
A pesar de las mejoras en el ámbito ganadero, el aumento en el volumen de exportación de carne y la aparición del mercado ovino, las condiciones generales de la Confederación en materia de infraestructura, como las puertas cerradas a la inmigración impidieron el desarrollo general y sustentable que sí tuvo lugar luego de su derrocamiento y la Constitución de Alberdi de 1853,
Su Ministerio de Economía que recaudaba impuestos a través de la aduana porteña, los subsidios discrecionales como las intervenciones a las provincias “no alineadas”, la censura a la prensa y a los opositores fueron algunos de los motivos que le causaron disidencias a nivel nacional. En Entre Ríos, cuna del caudillo que terminaría arrancándolo del poder político en Caseros, como en el interior del país, Rosas se convirtió en la personificación del monopolio de navegación de los ríos y el responsable de los males que sufrían las economías florecientes.
Juan Manuel de Rosas terminó siendo temido y odiado por muchos. Los fusilamientos, las represiones y la postergación económica fueron el marco adecuado para que muchos sectores, inclusive distantes entre sí, colaboraran con el derrocamiento de este personaje que aún hoy sigue siendo objeto de debate.
Las Bases: La propuesta liberal de Alberdi
En noviembre de 1834 Juan Bautista Alberdi había dejado el país en oposición al régimen rosista y se exilió primeramente en Uruguay. Años más tarde, ya en Chile y luego de un paso por Europa, se dedicó a la redacción de su proyecto constitucional donde estudiaba los ejemplos que consideraba exitosos (California) y los que rechazaba como los casos del Paraguay y Perú. Luego de un par de semanas de la caída de Rosas, Juan Bautista Alberdi ya tenía sus “Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina”. En 1853 los constituyentes reunidos en Santa Fe sancionaron el texto que cambiaría la historia política y económica nacional.
En su introducción el pensador tucumano advirtió que su propuesta no intentaba confrontar con los primeros ejercicios legales de Sudamérica, ya que reconocía que antes la prioridad era defender la independencia y la libertad del territorio del dominio europeo a como de lugar, pero que finalizada esta etapa y ya bajo la propia autonomía, las prioridades eran otras. Era tiempo de dejar atrás el rencor hacia el viejo mundo y atraer a los elementos civilizadores “vivos” para que se mezclen y fecunden estas tierras. Si bien reconocía que las ideas europeas eran las más avanzadas, las trabas y prohibiciones del sistema colonial en América impidieron su población en gran escala y habría que revertir esta situación heredada si se apuntaba a un desarrollo económico y social. Para Alberdi la inmigración será “la ley capital” para el desarrollo de la civilización en el continente.
Entre sus preocupaciones estaban las de eliminar las trabas e impedimentos que pudieran dificultar los matrimonios mixtos, simplificar las condiciones civiles para la adquisición del domicilio legal, conceder al extranjero el goce de los derechos civiles sin exigir reciprocidad, sobre todo los relativos a la propiedad, asegurar el derecho de la voluntad sobre el testamento, asegurar la apertura marítima y convertir al crédito privado en el “niño mimado” de la legislación americana.
Lector de Adam Smith, Alberdi propuso invertir el paradigma imperante del derecho colonial que tenía como objetivo incrementar la propiedad del fisco para que el agente movilizador de la economía pase a ser el individuo comerciante que debía quitarse las ataduras del Estado para beneficiarse y beneficiar a la república:
“Si queréis que el comercio pueble nuestros desiertos, no matéis el trafico con aduanas interiores. Si una sola aduana está de más ¿qué diremos de catorce aduanas? La aduana es la prohibición, es un impuesto que debería borrarse de las rentas sudamericanas. Es un impuesto que gravita sobre la civilización y el progreso de estos países, cuyos elementos vienen de afuera. Se debiera ensayar su supresión total por 20 años y acudir al empréstito para cubrir el déficit. Eso sería gastar en la libertad, que fecunda, un poco de lo que hemos gastado en guerra, que esteriliza”.
A partir de la sanción de
Uno de los conflictos que hasta ese momento dividía a Buenos Aires y las demás provincias fue terminado cuando
De acuerdo a la propuesta de Alberdi la Legislatura de Buenos Aires autorizó en 1854 la creación de una Comisión de Inmigración dedicada a la protección de los extranjeros, que empezaban a ver en Argentina una tierra fértil para desarrollarse en libertad, incrementando ampliamente el flujo de inmigrantes de origen europeo.
La Constitución aplicada y los beneficios de la libertad
Desarrollo y crecimiento económico
A partir de 1879 tuvo lugar una formidable expansión económica que caracterizó la década del 80. Las ideas de Juan Bautista Alberdi volcadas en la Constitución fueron llevadas a la práctica por una generación de dirigentes que cambiaron el curso de la historia de la República Argentina.
La actividad comercial, por medio de la agricultura, las industrias urbanas, los medios de transporte y las inversiones extranjeras, alcanzaron un auge hasta el momento inédito en la historia. El Estado había cambiado su rol de regulador a facilitador para los beneficios de los que estaban dispuestos a comenzar una actividad comercial. Como destacan Ezequiel Gallo y Roberto Cortés Conde en La República Conservadora, se pasó a “controlar sin demasiado celo el cumplimiento de las leyes vigentes”, mientras continuaba la acción y el flujo de la inmigración Europea.
Desde 1874 y en sólo seis años el país comenzó su actividad exportadora de trigo. Argentina, que hasta ese momento había sido importadora, ya tenía su mercado interno totalmente abastecido y buscaba nuevas rutas con el visto bueno del Estado que no impedía el desarrollo. Para 1880 el país era uno de los mayores exportadores de cereales del mundo con destacada producción en Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba. Otro cultivo que creció considerablemente fue el maíz. Sólo en 1888 se cultivaron 801588 nuevas hectáreas. En el interior, la producción agrícola se triplicó entre 1874 y el final de la década del 80.
Si bien durante este período existieron diversas crisis, la expansión del ferrocarril y la creciente entrada de inmigrantes productivos que palearon la falta de mano de obra amortiguaron sensiblemente diversos factores desfavorables.
Mediante políticas crediticias del Banco Hipotecario el gobierno estimuló las inversiones agrícolas y ganaderas. Un ejemplo significativo de esto fue el incremento de trilladoras de vapor utilizadas en Santa Fe. Mientras que en 1881 se utilizaban 101, para 1895 el número aumentó a 1243.
A pesar que la ganadería no creció con la espectacularidad que lo hizo la agricultura (Rosas le había dado prioridad y la dejó desarrollar sin grandes presiones estatales) el stock vacuno se incrementó en provincias como Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y La Pampa. El mercado ovino tuvo un cambio significativo mediante el proceso denominado “desmerinización”, que consistió en el reemplazo de los merinos por la raza Lincoln de mejor calidad que proporcionó lana para exportación acorde con las exigencias del mercado europeo. La expansión agroexportadora incrementó sustancialmente los ingresos de la población aumentando la demanda y generando un círculo virtuoso económico.
La expansión de la economía agropecuaria también produjo un fuerte impacto sobre el desarrollo industrial favoreciendo la instalación de plantas productoras que procesaban las materias primas destinadas a la exportación, como los molinos harineros y los frigoríficos. Estas industrias se complementaron a las ya existentes de curtiembres y saladeros. El crecimiento del mercado agroindustrial requirió mayores flujos ferroviarios, por lo cual también se desarrollaron talleres de reparación y mantenimiento de vías, vagones y maquinaria. La incidencia del ferrocarril, que abarató costos e incrementó el comercio local, favoreció el surgimiento de la industria azucarera en Tucumán y la vitivinícola en Mendoza.
Hasta entonces, en el interior del país existían productores locales individuales de tela que subsistían por los altos costos de transporte. El ferrocarril abarató los precios y la invasión de productos importados eliminó a los fabricantes ineficientes. Si bien el número de tejedores registrados entre 1869 y 1895 se redujo a más de la mitad, el mercado abastecía la tela en mayor cantidad y menor precio en todo el territorio nacional.
Para 1890 el ferrocarril había llegado a todas las capitales de provincia, pero el crecimiento más significativo tuvo lugar en la región agrícola. Santa Fe y Córdoba fueron las más favorecidas, recibiendo inversiones de Francia y Gran Bretaña. El porcentaje de administración estatal de los ferrocarriles disminuyó considerablemente a sólo un 20% hacia el final de la década del 80. Las nuevas líneas eran adjudicadas por el Congreso Nacional a empresas extranjeras que garantizaban sus beneficios mediante cláusulas de explotación.
El volumen de inversión externa creció considerablemente hasta el punto de que potencias como Gran Bretaña destinaron a la Argentina más del 40% de sus inversiones en el exterior. A pesar de que este país incrementó sus compras de productos argentinos, Bélgica y Francia se mantuvieron como los principales compradores de los frutos de la industria rural local.
Inmigración y población
Entre 1869 y 1895 la población nacional aumentó de
Estos movimientos poblacionales fueron fomentados por el gobierno nacional, tanto en la propaganda con agencias difusoras en Europa, como en el otorgamiento de facilidades a los inmigrantes para su arribo e internación en el país. Estas llegaban a incluir los costes del pasaje, la provisión de alimentos y alojamiento a la llegada al puerto de Buenos Aires. Una de las medidas en este sentido fue la creación del Hotel de Inmigrantes en la Ciudad de Buenos Aires impulsado por el presidente Nicolás Avellaneda en octubre de 1876. El titular de esta gestión (1874-1880) manifestó públicamente en reiteradas oportunidades su admiración por Juan Bautista Alberdi y su ideario liberal.
Según Gino Germani, en La movilidad social en la Argentina, los incrementos poblacionales llegaron de la mano de una mejora en la calidad de vida. Las clases medias pasaron de ser un 10,6% en
Estas mejoras ocurrieron también en el ámbito de la educación con grandes reducciones en los índices de analfabetismo. Luego de la implementación de la ley de educación obligatoria, gratuita y laica de 1884, la mayoría de los niños de todo el país se sumaron al sistema educativo. Este proceso le permitió a la Argentina ser uno de los países con menor tasa de analfabetismo en ese momento.
Conclusiones
El desarrollo conseguido por Argentina en los años posteriores a la sanción de la Constitución de 1853 tuvo una clara relación con las políticas aplicadas inspiradas en el texto de Alberdi. Si bien a la hora de analizar las mejoras en el área económica se suele hacer una comparación con lo que vino después, el fenómeno liberal argentino tiene un marco para contextualizar no solamente a posteriori, sino que también respecto a los antecedentes de la aplicación del modelo. Desde 1810 hasta la batalla de Caseros el país nunca había experimentado ningún cambio de las características estudiadas en este trabajo.
De la misma manera que el proyecto de Alberdi fue el caldo de cultivo para el desarrollo que tuvo lugar poco tiempo después de su aplicación, también los factores que alejaron al país de la senda progresista tuvieron su génesis. Si bien se suele asociar este proceso con el golpe del 30 y más tarde con la llegada del peronismo, existieron antecedentes al derrocamiento de Hipólito Yrigoyen en este sentido. En su libro Por qué crecen los países, José Ignacio García Hamilton los enumera claramente:
*La estatización de la riqueza subterránea por José Figueroa Alcorta luego del descubrimiento petrolífero en Comodoro Rivadavia.
*Las prescripciones al Código de Minería que prohibía la explotación estatal de los minerales.
*El congelamiento de alquileres de Yrigoyen en 1916, lo que significó un claro ataque a la propiedad privada.
*Crecimiento del empleo en el sector público sin un correlato en tareas necesarias y eficientes.
A pesar de que estas medidas a simple vista no tengan la gravedad de un golpe de Estado a un gobierno democrático, sin dudas fueron los antecedentes que vulneraron un sistema que en los años del crecimiento no se había puesto en discusión.
Si bien hoy somos un país, como dice Mariano Grondona “desdesarrollado”, existió un período en el que la Argentina tuvo tasas de crecimiento superiores a las de países hoy desarrollados. Entre 1870 y 1914 tuvimos un crecimiento promedio de un 54% más que Estados Unidos, un 67% por encima de Australia y un 300% en comparación a España. Cuando se implementaron las ideas que brindaron estos resultados la situación general era mucho más compleja. Hoy el mundo brinda las oportunidades ideales para que Argentina vuelva al camino del crecimiento y destierre por completo la pobreza. ¿La receta? Un libro que se terminó de escribir en Valparaíso un primero de mayo de 1852.
*Trabajo presentado para la maestría de Cs Políticas y Economía -Eseade
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