miércoles, 16 de enero de 2008

¿De liberal a anarcocapitalista?

Desde que tengo conciencia de mi propia filosofía política que me considero un liberal. Nunca dudé de las obligaciones mínimas que pensaba, debería tener el Estado. Un día vino Hayek y me susurró al oído que el Banco Central era una organización delictiva y no le costó mucho trabajo convencerme. Ahí me di cuenta que si pensaba mantener la idea de que la justicia y los aparatos coercitivos de la ley deberían ser monopolio del Estado, me debía un honesto análisis intelectual que hasta este momento no me había animado a tener.
No me convertí en liberal de la noche a la mañana. Tuve una infancia feliz donde mi mamá, sola, me dio todo lo que necesité. Luego de que mi viejo la fundiera económicamente, para dejarla después, ella se las rebuscó como pudo para que no me falte nada. De costurera a vendedora ambulante, todo sirvió para poder alquilar un local en el fondo de una galería, donde pasé mi infancia jugando a la pelota escapándome de los propietarios que temían por sus vidrieras. Con el sudor de su frente, un día se convirtió en propietaria. A partir de ese momento su localcito le permitió sacarnos adelante, y aunque no me faltaron nunca los libros para la escuela, vivíamos al día escapándonos de los inspectores de la DGI a los cuales con suerte sobornábamos para evitar las clausuras. A pesar de que ella, mi orgullo más grande, nunca leyó un libro de filosofía o economía fue el pilar indispensable para hoy vea el mundo desde una perspectiva liberal. Cuando llegaron Alberdi, Smith y Mises ya tenían el camino listo. Yo había vivido en carne propia el crecimiento mediante el trabajo honesto, la necesidad de la propiedad como base de la libertad y las amenazas del Estado que al fin de cuentas no hacía lo que me enseñaron en la escuela que debía hacer.
Durante mis 26 años en el barrio de Once fui testigo privilegiado que los cobradores de impuestos no vivían de su sueldo, que la prioridad de la policía no era nuestra seguridad y que los inspectores de salubridad tenían prioridades más altas que vigilar nuestros alimentos. A pesar de tener un panorama cercano de la maraña del aparato corrupto del Estado, estaba convencido de que al fin y al cabo era necesario. Nunca me imaginé que todo esto podría arruinarle la vida a una familia tanto como el Muro de Berlín. Me equivoqué. Hace un año que mi vida es una pesadilla y el Estado, monopolio de la ley y la justicia, es el único responsable.
Luego de la hiper de Alfonsín, la ley de convertibilidad trajo a muchos peruanos a la Argentina que, como es lógico, venían a trabajar buscando las mismas ventajas que muchos de los nuestros buscan hoy en Estados Unidos o España. En la galería varios correos peruanos convirtieron al centro comercial en sitio habitué de los hermanos del vecino Perú. A pesar de que muchos de estos inmigrantes de dedicaron al trabajo honesto, varios de ellos formaron organizaciones delictivas, por supuesto, en necesaria colaboración con Argentinos, parte del análisis que los nacionalistas xenófobos dejan de lado para no falsear sus absurdas teorías y justificar la discriminación.
A pesar de la devaluación muchos permanecieron en el país y se “dedicaron” luego a la telefonía celular. De esta manera algunos grupos comenzaron a operar en la galería ante el temor constante de los propietarios que no tenían donde ir a reclamar ya que “la ley”, por no nombrar con número la bendita comisaría, estaba al tanto de todo (por ser bastante prudente con mis palabras, no se si me explico).
Una cámara oculta reveló que en nuestra galería se vendían celulares robados, lo que vimos casi con alegría, pensando ingenuamente que de esa manera la justicia no tendría otra que actuar, devolviéndoles a los propietarios y a los honestos trabajadores el legitimo derecho de trabajar en paz y no en el far west como estaban acostumbrados desde hace un tiempo. Ingenuo yo por pensar semejante estupidez…una detallada inspección por parte de la municipalidad clausuró tanto la galería como la necesidad de que caigan los delincuentes que allí operaban. Entre los motivos de la clausura, extremadamente detallista para un edificio de nueve pisos de los cuales hay cuatro en funcionamiento, existen ítems interesantes como la falta de la tapa de un inodoro, cosas que necesitaban refaccionarse realmente y otras tantas que hasta la noche previa a la inspección no estaban rotas.
Ahí fue cuando comenzó la pesadilla que hoy cumple más de un año…empleados públicos que se lavan las manos, abogados que dicen que es luchar contra la corriente, controladores que sucumben ante el lobby de un comisario, etc.
Hace más de un año, que a pesar de haber cumplido con todos los requerimientos de la municipalidad de la ciudad, tal como lo dijo la última inspección, mi madre, como otros tantos propietarios tienen las puertas de sus negocios cerrados.
Podría darle color a la historia los detalles como la dilapidación de nuestros ahorros de años, los problemas psicológicos y bajones depresivos que tranquilamente pueden tornarse de salud en cualquier momento dadas las circunstancias y el miedo de salir a la calle mañana después de colgar esto en mi blog. Creo que hacerlo en definitiva es la única manera de no temer más.
Lamentablemente los conflictos con los empleados públicos no hacen más que extender el problema mientras pasan los días, las deudas crecen y las chances de perder una propiedad de la manera más injusta se va tornando una posibilidad más.
Es lógico que un marxista analice sus conflictos personales por medio de la lucha de clases, que un nacionalista vea el mundo de su perspectiva, que un socialdemócrata le encuentre una solución en particular, pero como liberal, me resulta absolutamente imposible hacer otra lectura de todo esto. Lamentablemente, hasta ahora, el nuevo gobierno, y a pesar de que me han comentado que algunos integrantes están al tanto de todo, no se ha preocupado por el asunto. Ojala algún iluminado entienda que en este rincón del barrio de Once hay un grupo de personas que tienen las manos atadas y no pueden acudir ni ante la ley ni la justicia para darle solución a un problema que tiene a estos organismos estatales como los cómplices y responsables.

1 comentario:

Soledad Burgos dijo...

DOS MANOS, DESATAN DOS MANOS MÁS
UN ABRAZO
SOLEDAD