jueves, 18 de septiembre de 2008
Baily, Chávez y el revisionismo histórico
http://www.youtube.com/watch?v=_YMt1ftF13A
lunes, 28 de julio de 2008
"En Argentina el capitalismo de amigos no tiene nada que ver con una economia de mercado"
http://www.radiomiami.us/new/reproductor.php?id=2120
lunes, 21 de julio de 2008
Una idea de mercado en medio de la mediocridad educativa dirigista
De esta manera el estudiante se encuentra incentivado a "portarse bien" ya que podría sufrir la pérdida de unas actividades que al parecer prioriza más que el "castigo" tradicional.
Esta escuela en Esquiú, luego de llegar a la conclusión que el temor a las conocidas amonestaciones no funcionaba como incentivo al buen comportamiento, decidió otorgar créditos a los alumnos al inicio de cada año los cuales se van perdiendo por acciones consideradas "negativas".
Las autoridades destacaron que la finalidad del método es premiar y castigar la "credibilidad" del alumno. "Logramos una convivencia más armónica, sentimos que los prolemas se pueden resolver de una mejor manera y que trabajamos en un ambiente más agradable para todo el mundo", contó la directora.
jueves, 12 de junio de 2008
Wainraich, Schultz, la prostitución ideológica y los formadores de opinión sin opinión propia
Luego de la muerte de Bernardo Neustadt los títeres que conducen TVR, Sebastián Wainraich y Gabriel Schultz, pasaron un momento incomodo frente al comediante Alfredo Casero ya que éste no se sumó a la crítica fácil y mediocre de estos imbéciles que opinan descaradamente lo mismo entre ellos, lo mismo que los anteriores conductores y lo mismo de la línea general del programa. En momentos donde la verdad oficial y mentirosa impera, actitudes como la de Alfredo Casero nos van a ayudar a seguir pensando…para estar de acuerdo o no, pero para seguir pensando, como hizo un tipo como Neustadt. Descanse en paz.
Nota publicada en Ámbito Financiero el 9 de junio
Casero no se sumó a crítica fácil
El invitado era Alfredo Casero, cuyo humor no responde a los lineamientos del monopolio «Clarín». Fue quien se encargó, entonces, de descolocar el sábado por la noche a los alineados «cómicos» de TVR, Sebastián Wainrach y Gabriel Schultz, que acababan de poner en el aire un compilado sobre Bernardo Neustadt; desde ya, lejos de un homenaje, fue una explotación de sus contradicciones. Dicho sea de paso, ese mismo compilado había sido colocado por la página Web de «Clarín.com» junto a la información sobre la muerte del periodista.
Cuando, entre risas, le preguntaron la opinión a Casero, éste demostró que no sólo es lúcido como comediante. «¿Cómo? ¿Lo critican por sus contradicciones en un país donde todos, semana a semana, cambian de opinión? ¿No se pusieron a analizar el contexto en el que dijo esas cosas?». Casero nombró a varios periodistas que trabajaron en TV en la época del Proceso militar, entre ellos a Magdalena Ruiz Guiñazú.
Por la edición que habían hecho del material a los conductores pareció molestarles más el acercamiento de Neustadt a Menem que a Galtieri. Wainrach y Schultz le quisieron hacer ver que estaba mal que el periodista fallecido apoye al Proceso militar. «¿Qué es el bien y el mal? ¿Acaso en esa época podíamos hablar como lo hacíamos ahora? ¿Por qué no pensamos que Neustadt dejó este mundo, solo con sus contradicciones, y que ayudó a pensar?»
A Casero, en todo caso, le faltó recordarles a los conductores de TVR que, en muchos menos años de carrera y al ritmo de las ambivalentes relaciones entre el monopolio y el gobierno, ellos tuvieron más contradicciones que Neustadt. ¿O no recuerdan el clip que hicieron sobre Néstor Kirchner con la canción «Aurora» de fondo y una bandera argentina flameando para resaltar la gestión de un hombre autoritario? Eso sí que es humillante: renunciar al humor propio y someterlo a los mandatos del monopolio «Clarín». Si el grupo está bien hay que elogiar a los «K», si están mal hay que criticarlos. Eso no molesta a Wainrach y Schultz. No se exigen la conducta que les exigen a los demás y disfrazan sus desvíos éticos con humor, como si con eso alcanzara para olvidar sus limitaciones en cuanto a coherencia intelectual.
miércoles, 21 de mayo de 2008
Armas para el pueblo ya? Por Canal Monto?
Yo como periodista reconozco que soy laburante. Cuando tengo que escribir sobre algo lo investigo, soy prolijo, releo, cuido cada texto como si fuera una canción de mi disco solista...-si otro músico y periodista lee esto entenderá la cantidad enorme de coincidencias que hay entre una componer un tema y escribir una nota-.
Pero entre mis costados más mediocres sin dudas está la falta de olfato. Creo que podría mejorar mucho mi anticipación sobre temas que van a estar en la agenda pública en los tiempos venideros. Trato de estar más atento.
Por primera vez se me prendió la lamparita con algo que podría estar por venir.
Luego de ver a Capusotto y a Bombita Rodriguez por el 7 me pregunté hasta que punto un gobierno lleno de montoneros no pondría el grito en el cielo. A pesar de ser una humorada, el personaje que canta reconoce el movimiento guerrillero que las segundas líneas de los K (de ultraderecha en Santa Cruz) intentan ocultar. La "nueva versión oficial" dice que existieron jóvenes idealistas que soñaban con una patria más justa y que sufrieron un genocidio por parte de un gobierno militar que ahora parece que tampoco era representativo en muchos sectores de la sociedad. Parece que el campo, culpable de todos los males, fue el único videlista mientras que sectores como los industriales o de la construcción no habían nacido o eran revolucionaros...no se.
El tema es que el primer capítulo estuvo increíble. El invitado de Pipo Mancera, ahora exiliado en Cuba, se cantó "Armas para el pueblo" y "La lucha armada es nuestro amor". En el segundo capítulo el personaje no estuvo y el lunes pasado el programa no se emitió. No digo que haya habido censura, pero creo que debemos estar atentos a todo esto, a la continuidad del programa, del personaje y de sus canciones sobre todo en las próximas emisiones.
Pase lo que pase, los dictadorzuelos de turno de ahora en más se van a tener que enfrentar a internet, a youtube, al mail y la verdad...que tienen todas las de perder. ¿Se imaginan a Galtieri diciendo "Vamos Ganando!" si la gente hubiera podido entrar desde su casa a internet y al mundo?
Si no lo vieron...enjoy!
http://www.youtube.com/watch?v=pPRbBVykn5A
viernes, 16 de mayo de 2008
Mises, Hayek y Rothbard en las librerías
Los libros de Unión Editorial SA ya están a la venta en Buenos Aires y América Latina.
Desde 1973, Unión Editorial ha venido publicando libros vinculados con la defensa de la economía de mercado y la filosofía liberal en que dicha economía se sustenta. Especialmente, se ha dedicado a traducir y publicar en castellano a los máximos exponentes de
A partir de este acuerdo suscripto con
http://hayek.org.ar/new/es/temp_news.php?idcontenido=612
Si tiene interés en adquirir algún libro en particular del catálogo o esta colección puede comunicarse con nosotros escribiendo a fundacionhayek@hayek.org.ar
martes, 25 de marzo de 2008
La izquierda liberal: la cuadratura del círculo y los desinformados útiles
Bajo el dogma de que los enemigos de nuestros enemigos son nuestros amigos y que nuestro enemigo es, fue y será Estados Unidos, en los últimos años varios grupos de izquierda fueron tan lejos en su estupidez que llegaron hasta apoyar con carteles al tirano depuesto Saddam Hussein como si esta fuera la única manera de estar en contra del impresentable George W. Bush, sin advertir que la mayoría del planeta, en muchos casos liderado por coaliciones socialdemócratas que ya no miran con desconfianza al mercado y la propiedad privada, no apoyaron la intervención en Irak.
Hace poco tiempo representantes de la izquierda autóctona, que poco asco le hacen al dinero si les llega del gobierno K como Luis D'Elía y el cura Farinello –estrella de muchas trasnoches de la tv estatal-, realizaron una gira por Irán, donde se sacaron fotos turísticas con la gente que tan libremente vive por esos pagos. A la vuelta dieron una conferencia de prensa en el tomado hotel Bauen donde pintaron al país de Mahmud Ahmadinejad como la verdadera tierra de la libertad.
Recientemente un joven iraní, culpable del trágico delito de ser homosexual en el paraíso liberal del que nos habla D'Elía, está pidiendo asilo en Europa para que no sea deportado a su país de origen donde corre riesgo de ser ejecutado por el solo hecho de ser gay. Ese fue el triste destino de su pareja y seguramente de muchos otros que no trascendieron nunca.
En nuestro país vemos como los grupos de choques relacionados con esta izquierda violenta, infantil -y ahora parece que también racista-, minúsculos e insignificantes en proporción a la población total, pero suficientemente delictivos como para crear destrozos en cuanta oportunidad adecuada encuentran, aparecen impunemente apoyando los derechos de los homosexuales en todas las marchas del orgullo gay.
Sería interesante que en la próxima manifestación los marchantes se pongan al tanto sobre la coherencia y honestidad intelectual de esta columna que suele brindarles su apoyo incondicional, como ocurre también con otros legítimos reclamos que nada tienen que ver con el pensamiento totalitario de izquierda.
viernes, 8 de febrero de 2008
¿Estamos en democracia?
De chiquitos aprendemos en el colegio que vivir en democracia, entre otras cosas, nos brinda la posibilidad de elegir a nuestros representantes. Los partidos políticos tienen líneas que compiten en elecciones internas y de su resultado, hombres, mujeres, jóvenes, viejos, pobres y ricos, elegimos libremente la plataforma que queremos para fijar los destinos de una nación, provincia, o ciudad.
Cuando vamos a la práctica nos encontramos con todas las miserias que este sistema puede tener: clientelismo, corrupción, lobby, transas, traiciones, etc. Aun así, como dijo alguien que sabía algo más que yo, continúa siendo el peor sistema político, con excepción de todos los demás. Por eso la mayoría seguimos apostando a este sistema. Por eso muchos militantes seguimos trabajando para consolidarlo. Pero este optimismo no puede ni debe ocultar la triste realidad.
La Capital Federal históricamente tuvo a los votantes más rebeldes. Siempre fue el distrito en el que el populismo tuvo menos llegada. El referente del electorado “premium”. El grano en el culo para los que ganan elecciones a cambio de limosnas que ni siquiera compran con su dinero porque lo hacen con el nuestro. Hoy hay un Jefe de Gobierno que está improvisando un mandato, que no tiene poder real, que está poniendo en marcha un plan B y nada de esto es su culpa.
A muchos puede gustarle o no el proyecto de Mauricio Macri. Yo no estoy entre sus fanáticos ni entre sus enemigos. Hay cosas que me gustan y cosas que no. Pero ese no es el caso. Si un dirigente electo por la inmensa mayoría no puede poner en marcha el proyecto por el que fue votado (nadie puede achacarle que quiera hacer otra cosa de lo que prometió en campaña) es una señal de alarma. Esto no tendría que preocupar a los seguidores del PRO exclusivamente. Tendría que alarmar a todos los que creemos en la democracia. A todos los que creemos que vale la pena proponer en una elección para que el pueblo elija.
El distrito que hasta hace poco era considerado “el faro de luz” para muchos analistas políticos esta siendo una alarma para toda la república. Hoy todos sabemos que unos matones sindicales tienen más poder que las urnas y que el Poder Judicial es sede del Ejecutivo, más interesado en poner palos en la rueda a sus posibles adversarios políticos que en gobernar. En la Matanza se extorsiona por el voto. Para los que votamos libremente en Capital....¿Qué tanto mejor estamos politicamente nosotros que tenemos Sheraton, Palermo Hollywood y Puerto Madero?
Pensando en 2009 y 2011 no encuentro otra oportunidad que una propuesta opositora de coalición que abarque todos los sectores republicanos desde la centro derecha a la centro izquierda. Sólo una propuesta que identifique a la mayoría del electorado y que gane las elecciones por una abrumadora diferencia podrá tener la fuerza necesaria como para empezar a dar la pulseada. A los distintos dirigentes políticos: ¿Van a saber dejar el lugar y apoyar al que se encuentre mejor posicionado como solamente propuso Ricardo López Murphy en las últimas elecciones? A los votantes más politizados: ¿Van a priorizar el sistema democrático por sobre la ideología?
No importa si son más o menos impuestos, importa que lo que se recauda hoy es un botín político y no vuelve a la gente. No importa si los trenes son públicos o privados, importa que la gente vuelva a viajar como seres humanos. Recuperemos las bases, la república, la división de poderes y la justicia. Para el debate del proyecto en el que confiamos liberales, progresistas, conservadores y socialdemócratas ya habrá tiempo.
Sólo si hoy lo entendemos así viviremos algún día ese momento. Si no nos damos cuenta quienes son nuestros verdaderos enemigos puede ser demasiado tarde.
miércoles, 16 de enero de 2008
¿De liberal a anarcocapitalista?
No me convertí en liberal de la noche a la mañana. Tuve una infancia feliz donde mi mamá, sola, me dio todo lo que necesité. Luego de que mi viejo la fundiera económicamente, para dejarla después, ella se las rebuscó como pudo para que no me falte nada. De costurera a vendedora ambulante, todo sirvió para poder alquilar un local en el fondo de una galería, donde pasé mi infancia jugando a la pelota escapándome de los propietarios que temían por sus vidrieras. Con el sudor de su frente, un día se convirtió en propietaria. A partir de ese momento su localcito le permitió sacarnos adelante, y aunque no me faltaron nunca los libros para la escuela, vivíamos al día escapándonos de los inspectores de la DGI a los cuales con suerte sobornábamos para evitar las clausuras. A pesar de que ella, mi orgullo más grande, nunca leyó un libro de filosofía o economía fue el pilar indispensable para hoy vea el mundo desde una perspectiva liberal. Cuando llegaron Alberdi, Smith y Mises ya tenían el camino listo. Yo había vivido en carne propia el crecimiento mediante el trabajo honesto, la necesidad de la propiedad como base de la libertad y las amenazas del Estado que al fin de cuentas no hacía lo que me enseñaron en la escuela que debía hacer.
Durante mis 26 años en el barrio de Once fui testigo privilegiado que los cobradores de impuestos no vivían de su sueldo, que la prioridad de la policía no era nuestra seguridad y que los inspectores de salubridad tenían prioridades más altas que vigilar nuestros alimentos. A pesar de tener un panorama cercano de la maraña del aparato corrupto del Estado, estaba convencido de que al fin y al cabo era necesario. Nunca me imaginé que todo esto podría arruinarle la vida a una familia tanto como el Muro de Berlín. Me equivoqué. Hace un año que mi vida es una pesadilla y el Estado, monopolio de la ley y la justicia, es el único responsable.
Luego de la hiper de Alfonsín, la ley de convertibilidad trajo a muchos peruanos a la Argentina que, como es lógico, venían a trabajar buscando las mismas ventajas que muchos de los nuestros buscan hoy en Estados Unidos o España. En la galería varios correos peruanos convirtieron al centro comercial en sitio habitué de los hermanos del vecino Perú. A pesar de que muchos de estos inmigrantes de dedicaron al trabajo honesto, varios de ellos formaron organizaciones delictivas, por supuesto, en necesaria colaboración con Argentinos, parte del análisis que los nacionalistas xenófobos dejan de lado para no falsear sus absurdas teorías y justificar la discriminación.
A pesar de la devaluación muchos permanecieron en el país y se “dedicaron” luego a la telefonía celular. De esta manera algunos grupos comenzaron a operar en la galería ante el temor constante de los propietarios que no tenían donde ir a reclamar ya que “la ley”, por no nombrar con número la bendita comisaría, estaba al tanto de todo (por ser bastante prudente con mis palabras, no se si me explico).
Una cámara oculta reveló que en nuestra galería se vendían celulares robados, lo que vimos casi con alegría, pensando ingenuamente que de esa manera la justicia no tendría otra que actuar, devolviéndoles a los propietarios y a los honestos trabajadores el legitimo derecho de trabajar en paz y no en el far west como estaban acostumbrados desde hace un tiempo. Ingenuo yo por pensar semejante estupidez…una detallada inspección por parte de la municipalidad clausuró tanto la galería como la necesidad de que caigan los delincuentes que allí operaban. Entre los motivos de la clausura, extremadamente detallista para un edificio de nueve pisos de los cuales hay cuatro en funcionamiento, existen ítems interesantes como la falta de la tapa de un inodoro, cosas que necesitaban refaccionarse realmente y otras tantas que hasta la noche previa a la inspección no estaban rotas.
Ahí fue cuando comenzó la pesadilla que hoy cumple más de un año…empleados públicos que se lavan las manos, abogados que dicen que es luchar contra la corriente, controladores que sucumben ante el lobby de un comisario, etc.
Hace más de un año, que a pesar de haber cumplido con todos los requerimientos de la municipalidad de la ciudad, tal como lo dijo la última inspección, mi madre, como otros tantos propietarios tienen las puertas de sus negocios cerrados.
Podría darle color a la historia los detalles como la dilapidación de nuestros ahorros de años, los problemas psicológicos y bajones depresivos que tranquilamente pueden tornarse de salud en cualquier momento dadas las circunstancias y el miedo de salir a la calle mañana después de colgar esto en mi blog. Creo que hacerlo en definitiva es la única manera de no temer más.
Lamentablemente los conflictos con los empleados públicos no hacen más que extender el problema mientras pasan los días, las deudas crecen y las chances de perder una propiedad de la manera más injusta se va tornando una posibilidad más.
Es lógico que un marxista analice sus conflictos personales por medio de la lucha de clases, que un nacionalista vea el mundo de su perspectiva, que un socialdemócrata le encuentre una solución en particular, pero como liberal, me resulta absolutamente imposible hacer otra lectura de todo esto. Lamentablemente, hasta ahora, el nuevo gobierno, y a pesar de que me han comentado que algunos integrantes están al tanto de todo, no se ha preocupado por el asunto. Ojala algún iluminado entienda que en este rincón del barrio de Once hay un grupo de personas que tienen las manos atadas y no pueden acudir ni ante la ley ni la justicia para darle solución a un problema que tiene a estos organismos estatales como los cómplices y responsables.
miércoles, 9 de enero de 2008
Una nota que me hubiera gustado escribir yo...
Por Mario Vargas Llosa
Luego de Holanda y Bélgica, España será en estos días el tercer país en el mundo que habrá legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo, con todos los deberes y derechos incluidos, entre ellos el de poder adoptar niños. Es un extraordinario paso adelante en el campo de los derechos humanos y la cultura de la libertad que muestra, de manera espectacular, cuánto y qué rápido se ha modernizado esta sociedad donde, recordemos, hace unos cuantos siglos los homosexuales eran quemados en las plazas públicas y donde, todavía en los tiempos de la dictadura de Franco, el homosexualismo era considerado un delito y reprimido como tal.
Esta medida es un acto de justicia, que reconoce el derecho de los ciudadanos a elegir su opción sexual en ejercicio de su soberanía, sin ser discriminados ni disminuidos por ello, y que reconoce a las parejas homosexuales el mismo derecho de unirse y formar una familia y tener descendencia que las leyes reconocen a las parejas heterosexuales. Aunque esta medida constituye un desagravio a una minoría sexual que a lo largo de la historia ha sido objeto de persecuciones y marginaciones de todo orden, obligando, a quienes la conformaban, a vivir poco menos que en la clandestinidad y en el permanente temor al descrédito y al escándalo, ella no bastará para cancelar de una vez por todas los prejuicios y falacias que demonizan al homosexual, pero, sin la menor duda, constituye un gran avance hacia la lenta, irreversible aceptación por el conjunto de la sociedad –por la gran mayoría, al menos– de la homosexualidad como una manifestación perfectamente natural y legítima de la diversidad humana.
La ley, como era lógico que ocurriera, ha tenido adversarios encarnizados y ha generado movilizaciones diversas, entre ellas, en Madrid, una multitudinaria manifestación, convocada por distintas asociaciones católicas, respaldada por la jerarquía de la Iglesia, a la que asistieron dieciocho obispos y a la que dio su respaldo el Partido Popular, el principal partido de la oposición al Gobierno de Rodríguez Zapatero. Pero todas las encuestas son inequívocas: casi dos terceras partes de los españoles aprueban el matrimonio gay, y, aunque esta aprobación disminuye algo en las adopciones de niños por las parejas homosexuales, también este aspecto de la ley es convalidado por una mayoría. Buen indicio de que la democracia ha echado raíces en España y de que, por más denostada que esté de la boca para afuera, la cultura liberal va impregnando poco a poco a la sociedad española.
Los argumentos contra el matrimonio gay no resisten el menor análisis racional y se deshacen como telarañas cuando se los examina de cerca. Uno de los más utilizados ha sido el de que, con esta medida, se da un golpe de muerte a la familia. ¿Por qué? ¿De qué manera? ¿No podrán seguir casándose y teniendo hijos todas las parejas heterosexuales que quieran hacerlo? ¿Alguien, con motivo de esta nueva ley, va a forzar a alguien a no casarse o a casarse de manera distinta a la tradicional? Por el contrario, la ley, al permitir a las parejas gays contraer matrimonio y adoptar niños, va a inyectar una nueva vitalidad a una institución, la familia, que –¿alguien no lo ha advertido todavía?– padece desde hace ya un buen tiempo una profunda crisis en la sociedad occidental, al extremo de que, contabilizando el número de divorcios que crece cada año y la multiplicación de parejas de hecho que rehúsan resueltamente pasar por el altar o por el registro civil, hay quienes le auguran una obsolescencia irremediable. La paradoja es que, probablemente, sólo entre los homosexuales, que, como todas las minorías perseguidas desean ardientemente salir del gueto en que la sociedad los ha confinado, despierta la familia esa ilusión y ese respeto que en un número muy grande de heterosexuales, sobre todo entre los jóvenes, parece haber perdido. Por eso, no hay ninguna ironía en decir –yo lo creo firmemente– que es muy posible que, dentro de veinte o treinta años, las familias más estables las descubran las estadísticas entre los matrimonios gays.
Un prejuicio idéntico sostiene que los niños adoptados por parejas homosexuales sufrirán y tendrán una formación deficiente y anómala, ya que un niño para ser “normal” necesita un padre y una madre, no dos padres o dos madres. A esta afirmación dogmática y sin el menor sustento psicológico, ha respondido Edurne Uriarte de manera inmejorable: un niño lo que necesita es amor, no abstracciones. También padecen de una ceguera contumaz quienes no se han enterado de que, entre las parejas heterosexuales, cada día se descubren casos atroces de violencias ejercidas contra los niños, y, entre ellas, sinnúmero de abusos sexuales. Que los padres sean hetero u homosexuales no presupone de por sí nada; cada pareja es única y puede ser admirable o tiránica, amorosa o cruel en lo que concierne a la educación de sus hijos. Y también en este campo cabe suponer que entre quienes han luchado tanto por poder adoptar niños, ahora que lo han adquirido, asumirán este derecho con ilusión y responsabilidad.
En verdad, detrás de todos estos argumentos no hay razones, sino prejuicios inveterados, una repugnancia instintiva hacia quienes practican el amor de una manera que siglos de ignorancia, estupidez, oscurantismo dogmático y retorcidos fantasmas del inconsciente, han satanizado llamándolo “anormal”. En verdad, la ciencia –la biología, la antropología, la psicología, la historia, sobre todo– ha puesto las cosas en su sitio ya hace tiempo y establecido que hablar de “anormalidad” en el dominio de la vocación sexual de los seres humanos es riesgoso y alienante. Salvo casos extremos, que entrañan criminalidad, y que de ninguna manera se pueden identificar con una opción sexual específica, en el universo del sexo hay variedades, una constelación de vocaciones y predisposiciones de las que de ninguna manera da cuenta cabal la demarcación entre heterosexualidad y homosexualidad, pues se refracta y multiplica en el seno de cada una de estas grandes opciones, como ocurre en tantos otros campos de la personalidad individual: las aptitudes, las preferencias, los gustos, las incompatibilidades, las facultades físicas e intelectuales, etcétera.
El Gobierno que ha dado esta ley en España es socialista y hay que reconocerle todo el mérito que ello tiene. Pero, para evitar confusiones, conviene recordar que se trata de una medida de profunda entraña democrática y liberal, y nada socialista. El socialismo ha sido a lo largo de toda su historia, en materia sexual, tan puritano y prejuicioso como la Iglesia católica. Si de él hubiera dependido, la gazmoñería y la pudibundez hubieran dictado la norma aceptable en materia de costumbres sexuales y ésta se hubiera impuesto a la sociedad por la fuerza. Por eso, en las sociedades comunistas, la discriminación y persecución del homosexual fue, en ciertos períodos, tan feroz como en la Alemania nazi, donde en las cámaras de la muerte de los campos de concentración perecieron muchos millares de homosexuales. También en el Gulag soviético padecieron y murieron gran número de seres humanos cuyo único delito era practicar una opción sexual que la “ciencia comunista” del temible Pavlov consideraba una perversión “urbano-burguesa”. Carlos Franqui cuenta en alguna parte que, cuando él, como director del diario Revolución, asistía a los consejos de ministros de Cuba, a principio de los años sesenta, Fidel y sus lugartenientes preguntaron a los “países hermanos” que política aconsejaban para enfrentar “el problema homosexual”. La respuesta de la China Popular de Mao Tse Tung fue la más meridiana: “Ya no tenemos ese problema. Los fusilamos a todos”. Sin llegar a esos extremos, Fidel creó las UMAP (Unidades movilizables de apoyo a la producción), es decir, campos de concentración donde eran acarreados homosexuales de ambos sexos junto con criminales comunes y disidentes políticos.
Han sido las sociedades democráticas, impregnadas de cultura liberal, como los países escandinavos y los Estados Unidos, donde se ganaron las primeras batallas contra la discriminación de los gays y donde, poco a poco, se les ha ido reconociendo tal cual son: seres humanos normales y corrientes cuya opción sexual debe ser aceptada y reconocida como perfectamente legítima por el conjunto de la sociedad.
Es difícil, para mí, entender las razones por las que el Partido Popular ha apoyado la manifestación contra el matrimonio gay. Aunque es verdad que su dirigente máximo no asistió, y que tampoco estuvieron presentes sus principales líderes, que el partido la hubiera respaldado sólo puede haber contribuido a confundir y lastimar no sólo a los homosexuales que hay en sus filas sino, sobre todo, a su sector liberal, y a dar argumentos a quienes lo presentan como una formación política ultraconservadora. El oportunismo político da beneficios muy pasajeros y superficiales. Hay muchas razones para criticar al Gobierno de Rodríguez Zapatero. Su desastrosa política internacional, por ejemplo, que ha abolido a España de la escena mundial, donde llegó a tener influencia y a figurar entre los países de vanguardia. Sus ventas de armas al Gobierno demagógico del comandante Chávez, en Venezuela, que alienta y subvenciona grupos subversivos. Su acercamiento, que linda con la alcahuetería, a la satrapía de Fidel Castro, a la que trató de salvar de la condena que ha merecido de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. O sus concesiones sistemáticas a los nacionalismos, que rompen una tradición de defensa de la unidad de España del socialismo democrático de la que el Gobierno de Felipe González nunca se apartó. Pero no tiene sentido atacar a un Gobierno por todo lo que hace y, mucho menos, por haber hecho avanzar, con esta ley, la democratización y modernización de la sociedad española.
lunes, 7 de enero de 2008
Heinrich Himmler, la mano derecha del diablo
El Reichfürer
“Tal personaje sólo pudo prosperar en una sociedad que ya
estaba totalmente enferma”
Joachim Fest –Das Gestcht des Dritten Reiches-
Heinrich Himmler nació en Munich el 7 de octubre de 1900. Fue el hijo primogénito de Gebhard Himmler, maestro de escuela y pedagogo en la Corte Real de Baviera. Su madre, devota católica, ejerció sobre él una influencia religiosa que lo acompaño en los primeros años de su juventud, pero más tarde su afiliación al nazismo y la relación con Hitler terminaron alejándolo por completo de la religión familiar cuando se dedicó al ocultismo y a las teorías de la sangre y la tierra.
Recibió sus primeros años de educación en un colegio católico y antes iniciar sus estudios terciarios solicitó alistarse en el ejército como voluntario para combatir en la Primera Guerra Mundial, pero sólo consiguió realizar tareas como cadete oficial en el 11º Regimiento Bavaro. Nunca fue convocado para el frente de batalla. Su vocación nacionalista pudo más que sus imposibilidades físicas, ya que sufría de un estómago delicado que le produjo importantes dolencias a lo largo de su vida. Por este motivo nunca hizo deportes y en varias oportunidades fue objeto de burla de varios amigos en las fiestas cuando se juntaban a tomar alcohol. “No parecía capaz de matar una mosca. Era un corderito”, declaró un compañero años después de su muerte.
Al igual que los jóvenes nacionalistas alemanes de la época, pensaba que el renacimiento de la Alemania humillada en la Primera Guerra surgiría de la importancia del campo. Por eso entre 1919 y 1922 estudió agricultura en el Instituto Universitario Técnico de Munich. Luego de su graduación consiguió un puesto como vendedor de fertilizantes para una fabrica de abonos químicos y fue asistente de Agricultura en Schkeusseim, a 25 kilómetros al norte la capital germana.
Junto a al grupo ultra nacionalista “Bandera de Guerra del Reich” participa del golpe de Estado de Hitler llevó a cabo el 9 de noviembre de 1923 contra el Estado de Weimar. En esa oportunidad estuvo enfrentando a la policía en las calles de Munich, pero su acción no le alcanza para ser admitido en el partido Nazi, en esos momentos comandado por Gregor y Otto Strässer, y recién al año siguiente consigue efectivizar su afiliación con el numero 14 303.
Luego del encarcelamiento del líder y con Röhm y Goering en el exterior, Himmler consigue la oportunidad de destacarse comprando y ocultando armas destinadas a las unidades S.S.
En 1925 consiguió los cargos de secretario general del Grupo Local NSDAP en Baja Baviera, delegado del Gauleiter y director de propaganda para la Alta Baviera y Suavia. Durante 1927, con el fin de crear un organismo para escoltar a Hitler, es nombrado Reichsfürer de las S.S., subordinadas a las SA de Ernst Röhm. Durante su nuevo cargo consigue demostrar un alto poderío de organización y Hitler comienza a considerarlo como uno de sus más cercanos dirigentes.
Más tarde, en 1931, toma por colaborador principal al oficial despedido de la marina Reinhard Heyndrich, quien sorprende a Himmler por sus conocimientos técnicos de radiofonía y su antisemitismo. El Reichsfürer le encarga poner en funcionamiento el servicio de seguridad Sicherheitsdienst. Al año siguiente crea en Baviera la primera escuela S.S.: La Junkerschule. Pronto su organización cuenta con 30 000 reclutas y recibe el apoyo financiero de los industriales. Luego de la llegada de Hitler al poder, Himmler es nombrado Jefe de la Policía bávara y más tarde, en pleno ascenso, jefe total de la Policía Alemana. Para cuando los nazis invaden Polonia, Himmler ya disponía de unidades especiales militares.
La guerra de expansión que Hitler llevará a cabo logró despertar en él la idea de un nuevo imperio que reinará en toda Europa: El imperio de las SS que él creara y del cual se convertirá en jefe.
El fin de las S.A. y el apogeo de las S.S.
“Si confundimos Gobierno con Estado, con Nación y
con el líder, estamos en el nazi-fascismo”
Marcos Aguinis
“Yo te juro, Adolf Hitler, Führer y Canciller del Reich, fidelidad y valor. Prometo obediencia hasta la muerte a ti y a los superiores por ti designados. Que Dios me ayude."
Juramento de las SS
A principios de la década del 30 Himmler se encontraba todavía subordinado a las S.A. (Sturm Abteilung) –Sección de Asalto- de Ernst Röhm. Esta organización paramilitar estaba formada con varios grupos de combate de partidos existentes desde 1920. Su finalidad era enfrentarse violentamente a cualquier facción que pudiera revelarse dentro del nazismo, como también causar desorden y ataques terroristas a grupos opositores a Hitler. En el esfuerzo por dar cohesión al partido, las S.A. significaban un impedimento para los planes hegemónicos ya que disponían de una estructura autónoma. Tenían su propia administración y finanzas, por lo que se crearon problemas de definición en cuanto a la autoridad a que debían responder en ámbitos locales.
Los militantes de las S.A. se consideraban a sí mismos el núcleo más combativo del partido, la columna vertebral, la que realizaba llamamientos de carácter más radical y disponía de una militancia más popular que fue acrecentándose a medida que el desempleo juvenil crecía.
La disputa por el poder entre Himmler y Röhm era cada vez más fuerte. A principios de 1934, y luego de varios pedidos del Jefe de las SS (Schutzstaffel) –Tropas de protección- a Hitler para que limite el poder de Röhm, comenzaron a circular rumores acerca de un posible golpe a manos del Jefe de las S.A. y Gregor Strässer. Las versiones, diseminadas en gran parte por la mano derecha de Himmler, Heydrich, aumentaron la tensión entre las facciones del partido y terminaron con un informe elevado al Führer en el que se detalla un supuesto plan para derrocarlo.
Röhm había propuesto a Hitler integrar el Reichwehr a sus SA, pero el Füher se negó ya que la maniobra era peligrosa en el ámbito político y temía la concentración de poder en manos de un personaje al que su leal Himmler estaba acusando de traidor. La desconfianza llegó a al punto máximo cuando Röhm inició negociaciones desobedeciendo las instrucciones de Hitler. Himmler, Heydrich y Göering lograron convencer al líder del peligro que representaban los insubordinados y el del 30 de junio de 1934, bajo órdenes directas del Führer fueron arrestados y asesinados los principales dirigentes de las S.A. en lo que fue llamada “La Noche de los cuchillos largos”. Hitler acudió a Münich y participó personalmente del encarcelamiento de dirigentes como Wilhelm Schmid y August Schneidhuber. En el balneario de Bad Wiesse las S.S. detuvieron a Röhm, Edmund Heines y a otros jefes de las S.A. Hitler insistió en perdonar la vida de Röhm por sus servicios al partido, pero Himmler que lo veía como su serio competidor en la lucha por la suma del poder dentro del partido, pudo convencerlo para que lo ejecuten. Hitler, bajo la influencia de Himmler, dio la orden que se le permita el suicidio al Jefe de las S.A. Röhm se negó y el 1 de julio fue ejecutado por dos hombres de Himmler: El Coronel SS Theodor Eicke y el Capitán SS Michael Lippert.
La purga se llevó la vida de 200 S.A. acusados de traición. Hitler recién informó al pueblo alemán lo sucedido quince días después en una sesión del Reichtag transmitida por radio , donde se refirió a la necesidad de tomar una determinación rápida contra quienes pensaban amotinarse en contra del Estado.
Las SS que comenzaron siendo el escuadrón de protección personal de Hitler terminaron siendo, bajo el mandato de Himmler, una de las más poderosas organizaciones dentro de la Alemania Nazi. Las Waffen-SS, el ala militar de la agrupación, a diferencia de las Allgemeine-SS, el ala política, evolucionaron como un segundo ejército alemán dentro de la Werhmacht. A los SS se los consideraban “soldados extraordinarios” y se caracterizaban por su extrema violencia.
Era tal la locura de Himmler de querer que las S.S. sean la organización más “pura” de Alemania que retenía exclusivamente a los que pudieran comprobar que su origen se encontraba libre de judíos o “razas inferiores” hasta 1750. También exigía que tengan las mejores condiciones físicas, tratando de emular el ideal que Joseph Goebbles retrataba en sus afiches de propaganda.
Por estos días ya se había entregado por completo al espiritismo, las ciencias ocultas y la astrología. Hasta diseñó una especie de religión que manifestaba en varios actos paganos a los cuales debían asistir los más importantes SS.
El centro de mando de las SS fue el castillo de Welwesburg en Westfalia. Himmler lo compró en ruinas en 1934 e invirtió para su reconstrucción 13 millones de marcos. En esta mansión Himmler cumplió la misión de diseñar el exterminio sistemático de los judíos, los “no arios” y opositores políticos. A partir de este momento las matanzas se sofisticaron y el exterminio comenzó a funcionar como un aceitado engranaje diabólico: Deportaciones, trenes, campos de concentración, trabajo forzado, cámaras de gas y salas crematorias. La organización de Himmler cumplió un rol fundamental en llevar a cabo al pie de la letra y en forma efectiva el holocausto nazi.
“El mundo presenciará la resurrección de la vieja Borgoña, que fue antaño el país de las ciencias y de las artes y que Francia ha relegado al rango apéndice conservado en alcohol. El Estado soberano de Borgoña, con su Ejército, sus leyes, su moneda y su correo, será el estado modelo SS. Comprenderá la Suiza romana, la Picardía, la Champaña, el Franco Condado, el Hainut y el Luxemburgo. La lengua oficial será el alemán, naturalmente. El partido nacionalsocialista no tendrá allí ninguna autoridad. Solo gobernarán las SS, y el mundo quedará a un tiempo estupefacto y maravillado ante este Estado, en que se aplicará el concepto SS del mundo” (Heindrich Himmler. Conferencia de Paz 1934).
Las Lebensborn
“Toda la cultura está detentada por la raza aria nórdica, que es la verdadera representante de toda la humanidad. La raza germánica es superior a todas las demás, y la lucha contra el judío, el eslavo y las razas inferiores es sagrada”
Adolf Hitler -Mein Kampf-
Desde mediados del siglo XIX en gran parte de Europa la natalidad sufrió un importante descenso. Esta situación no le era ajena a Hitler, que cuando se hizo cargo del poder, puso en funcionamiento políticas de Estado para fortalecer el crecimiento de la raza aria. La infecundidad en el Reich fue considerada una deshonra y tener hijos se convirtió en una obligación para con la patria. La gran necesidad del Führer de contar con un sinfín de soldados para sus delirantes planes de conquista fue una de las más importantes motivaciones de Himmler para llevar a cabo este proyecto. Sus planes eran claros: “El hombre ya no descenderá del mono, sino de la S.S. Su jefe será el Führer, su patria el Reich, su religión la pureza de sangre. Será alto, fuerte, rubio y de ojos azules”.
Así creo las Lebensborn –Fuentes de vida-. En estos establecimientos dedicados a la procreación se albergaron a muchachas solteras cuidadosamente seleccionadas y adoctrinadas, dispuestas a servir a Alemania permitiendo que jóvenes de pura raza germánica las fecundaran. Cuando las Lebensborn fueron puestas en marcha los nazis descubrieron que la cantidad de “hembras” no era suficiente para la proyección que tenían en mente, por lo que procedieron a secuestrar a miles de niños y niñas arios en los países ocupados para llevarlos a Alemania y someterlos a un estricto proceso de germanización.
Sobre este tema no se ha investigado lo suficiente y las declaraciones de sobrevivientes fueron siempre escasas. Para la historia quedará el debate si realmente las Lebensborn funcionaban como simples prostíbulos para los S.S.; si realmente existía una intención de incrementar la cantidad de bebes arios o si ambas necesidades funcionaban en conjunto.
Uno de los responsables que Himmler nombró para dirigir las “fuentes de vida” fue Max Sollmann, quien ejercía el cargo de administrador en jefe. Nazi fanático, Sollmann fue uno de los principales responsables del putch de 1933, por lo que Hitler le otorgó en 1939 una de las más importantes condecoraciones del nacionalsocialismo: “La Orden de la Sangre”. Al administrador en jefe le preocupaban mucho los rumores sobre la seriedad del trabajo y la importancia de las Lebensborn, por lo que en más de una oportunidad le reclamó a Himmler que se publicaran artículos en el órgano oficial de la S.S. “con el fin de cortar de raíz todos los rumores”. El Reichführer, convencido del funcionamiento de la institución o despreocupado por la trascendencia del asunto, en una oportunidad le respondió: “Querido Sollman, no hay necesidad de hacerlo, tenemos la conciencia tranquila”.
El otro responsable fue Gregor Ebner, médico en jefe de las Lebensborn. Su ascenso político llegó de la mano directa de Hitler, quien lo apoyó fuertemente debido a su labor como “especialista en los problemas de la selección racial”.
Estos personajes no murieron el la guerra ni fueron juzgados como criminales por los aliados, a pesar de los comprobados casos de raptos y esterilización de niños. “Me indigna que se digan estas cosas de las Lebensborn. Se las ha denigrado únicamente en razón de su pertenencia a la S.S.”, declaró Ebner después de la guerra.
Con el correr de la guerra entre 50 000 y 200 000 niños polacos fueron secuestrados. Himmler, al tener su grupo activo dentro del ejército alemán en el frente lograba que sus S.S. participen de todas las patas del aparato infernal nazi. En el campo de batalla, secuestraban niños para las Lebensborn, en las calles, los grupos de asalto deportaban a las personas de condición “inferior” hacia los campos de concentración. Los chiquitos que luego de pasar rigurosos exámenes raciales eran considerados “aptos”, eran enviados con certificados de nacimiento falsos a familias previamente seleccionadas. A menudo los padres adoptivos recibían historias falsas sobre la procedencia del bebé. La más común era que su padre había muerto en combate. Los niños que no alcanzaban el certificado de ser lo suficientemente “arios”, eran enviados a los campos de concentración infantiles como Kalish, Dzierzazna y Litzmannstadi. De ahí a los campos de exterminio.
A la hora de la selección racial, entre los que peleaban por ser admitidos en las S.S., Himmler desconfiaba especialmente de los bávaros, que en su mayoría eran de baja estatura y de pelo y ojos oscuros. Con las Lebensborn y los controles raciales de las S.S. en funcionamiento, Himmler no resistió la tentación de hacer su propio árbol genealógico, tal cual se lo pedía a sus aspirantes. La sorpresa fue escandalosa: los antepasados de su madre eran de origen húngaro y estirpe mongólica. Por lo que si el propio Reichführer hubiera querido ser un subordinado de sus propias reglas, hubiera tenido que defender acaloradamente su pureza familiar desde mediados del siglo XVIII. Igual, por si a alguien le podría surgir alguna duda sobre su condición de ario, cambió las reglas para sí mismo: ideó un plan para importar noruegos hasta Baviera con la finalidad de, mediante mezclas dirigidas y una alimentación adecuada, transformar a la sospechosa raza dinárica en raza pura nórdica.
El precursor de las Lebensborn afirmaba que era indispensable paralizar la reproducción de los elementos humanos no valiosos, así como agilizar la contraria. “No es una cuestión personal, sino un deber sagrado dedicado a los más elevados fines”, afirmó el Reichführer.
A partir de 1936 los hogares empezaron a funcionar bajo la tutela suprema de la S.S. Cada clínica contaba con un médico a cargo, una enfermera jefe, una secretaria y un administrador. Todos ellos deberían ser miembros de la S.S. o del partido. El médico en jefe de cada maternidad fue el responsable absoluto del establecimiento, del orden y de los expedientes, a los cuales, solamente él tenía acceso. El sello al pie de la correspondencia oficial de las Lebensborn tenía las siglas del Estado Mayor del Reichfuhrer S.S. Heindrich Himmler.
El ingeniero de los campos de la muerte y las maternidades nazis mostraba una especial atención hacia los niños que habían nacido por medio de las organizaciones en pro de la raza aria. Su ideal consistía en que Alemania estuviera poblada hacia 1980 por veinte millones de germanos nórdicos. Lo que consiguió fue muy diferente: las personas nacidas en residencias Lebensborn no destacaron nunca de manera especial por su apariencia ni por su “conformación orgánica más evolucionada”, sino que llevaron a lo largo de su vida la estigmatización social de los llamados “niños S. S.”.
La traición y el final
“¿También tú, Bruto?”
Julio César
Ante la inminente derrota militar alemana y con los aliados llegando a Berlín, Himmler abandonó el búnker el 21 de abril de 1945, con la orden de Hitler de organizar las S.S. en defensa de la capital. Lejos de cumplir con las demandas del Führer, comenzó a utilizar a los sobrevivientes de los campos de concentración para negociar con el conde Folk Bernadotte, vicepresidente de la Cruz Roja de Suecia, una salida que en principio no le costará su vida. A esta altura era lo único que le importaba.
Por consejo de su amigo el profesor Gebhardt y por gestiones de su masajista Kersen, Himmler se reunió con el doctor Norbert Masur, Miembro del Presidium de la sección sueca del Congreso Mundial Judío. En una situación absolutamente insólita y escalofriante, el mayor perseguidor del pueblo judío en la historia le estrechó la mano y le dijo: “Sea bienvenido a Alemania, señor Masur. Ya es hora que ustedes, los judíos, y nosotros, los nacionalsocialistas, enterremos el hacha de la guerra”. A pesar de que el representante judío temía por su estadía en Berlín, tenía claro que estaba allí por orden directa del Reichführer y en contra de la voluntad de Hitler. Durante la entrevista, Himmler afirmó que nunca había tenido la intención de perseguir a los judíos y aseguró que siempre intentó de fomentar las emigraciones al extranjero para protegerlos del antisemitismo. Como muestra de buena fe propuso elevar la orden para la evacuación de los judíos que todavía se encontrasen en el territorio del Reich. A pesar de sus intentos desesperados por cambiar la historia, los ingleses acababan de encontrar en Bergen-Belsen 13 000 cadáveres no enterrados.
Mientras que Himmler intentaba convencer a Bernadotte que intervenga ante los aliados para concluir una paz por separado, Hitler esperaba en el búnker que el general Félix Steiner reagrupe una buena cantidad de soldados en la región de Oranienburg para enfrentar el avance ruso. Al día siguiente, al recibir la noticia de que el ejército S.S. no había atacado, Hitler le gritaba a sus oficiales: ¡Himmler, como cabeza de nuestra columna, brilla evidentemente por su ausencia!”. El Reichführer tenía otros planes. Para él la guerra estaba perdida y su batalla era contra el tiempo.
El único objetivo constaba en conseguir una buena cantidad de detenidos de los campos de concentración para continuar las negociaciones con el conde.
Luego de la decepción del fallido ataque de Steiner, Hitler juega su última carta enviando a Keitel al ejército del Elba y a Jodl a los cuarteles de Krampnitz para intentar un ataque tenaza a las posiciones rusas cada vez más cercanas. A pesar de no contar con los hombres ni con los recursos como para intentar una operación militar que al menos detenga por un tiempo el avance del enemigo, las palabras del Führer parecían darles esperanzas a sus más fieles colaboradores como la familia del Ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, y la experta de la Lutfwaffe, Hanna Reitsch.
El encargado de bajar a Hitler a la realidad fue su nuevo vocero, Heinz Lorenz, que le informó sobre la transmisión de un comunicado de Reuters leído por la BBC confirmando que Heinrich Himmler venía negociando la paz con los aliados. Éste fue el golpe de gracia para máximo responsable de la Segunda Guerra Mundial, que sólo podía gritar de la impotencia y balbucear que había sido víctima de “la traición más vergonzosa de la historia de la humanidad”. La última vida que Hitler ordenó tomar fue la del cuñado de Eva Brawn, el enlace con el Reichführer, Hermann Fegelin. Horas después se quitará la vida junto a su flamante esposa.
El 3 de mayo por la mañana los aviones británicos confundieron al antiguo barco de pasajeros “Cap Arcona”, donde Himmler había reunido a una buena cantidad de prisioneros de guerra para su negociación, con una embarcación enemiga con intenciones de continuar la guerra y lo bombardearon. La suerte del hombre que consiguió hacer de la guardia personal de Hitler un imperio estaba echada.
Despojado de todo su poder y sin cartas en la manga, Himmler decidió escapar hacia el norte con documentos falsos y bajo la identidad de Heinrich Hitzinger. Con el bigote afeitado y un parche que ocultaba su ojo izquierdo, creyó oportuno hacerse pasar por un policía no jerárquico. Junto a un grupo de colaboradores entre los que se encontraban el profesor Gebhardt y Rudolf Brant, lograron pasar el primer puesto de control, pero fueron detenidos en Meistät, entre Hamburgo y Bremerhaven.
El 23 de mayo los prisioneros fueron llevados al campo británico de interrogatorio 031 en la proximidad de Lüneburgo. Por primera vez en su vida se encontró bajo las órdenes enemigas y no resistió el anonimato. Cuando el capitán Selvester se preparaba para interrogarlos “Hitzinger” se quitó el parche de su rostro y dijo con voz tranquila: “Yo soy el Reichführer Heinrich Himmler. Quiero hablar inmediatamente con el general Montgomery”. Al instante le asignaron más guardias y para cuando lo registraron Selvester encontró unas ampollas. No había lugar para las dudas sobre su contenido, pero el ex Reichführer aseguraba que se trataba del medicamento para sus frecuentes espasmos estomacales. La preocupación del británico era que una de las cápsulas se encontraba vacía. Lo despojaron de sus ropas pero decidieron no revisar su boca por el temor a que Himmler trague la ampolla que los soldados pensaban que tenía debajo de la lengua. Selvester le trajo un té con sándwiches y su prisionero comió y bebió con tranquilidad mientras preguntaba por la suerte de sus compañeros. A las 20 horas el coronel Michael Murphy, jefe del Intelligence Service del Estado Mayor de Montgomery, puso a Himmler bajo custodia del sargento Edwin Austin para realizarle un chequeo médico. Austin le pidió que se desnude y el prisionero respondió: “El sargento ignora a quien se dirige”. A pesar de que oficialmente no habían notificado a Austin sobre la identidad del detenido, él lo había reconocido al instante. “Ya se que usted es Himmler. Pero me da igual, tengo órdenes”. Himmler se quitó la ropa y acepto el control médico, pero cuando el médico del Ejército, el capitán C. J. L. Wells quiso abrir su boca, Himmler sacó una cápsula negra de su mandíbula y la tragó rapidamente. El vómito forzado y el lavaje de estómago fueron inútiles, doce minutos después de la absorción del cianuro, Wells no puede hacer otra cosa que certificar su muerte.
Los ingleses miraban al hombre sin vida, ridículamente vestido con una camisa militar británica. El Reichführer yacía en sus vómitos. “Entonces… ¿Eso era Himmler?, murmuró Austin decepcionado mientras arrojaba sobre él una manta. Luego cerró la puerta y salió del cuarto.
En otro tiempo hacía temblar el mundo, hoy no hay nadie que se incline ante él.
En el nombre del padre
“El hombre es él y sus circunstancias”
José Ortega y Gasset
“¿Ha encontrado de esa forma una respuesta a la pregunta de quién es verdaderamente, cuál es su identidad, a la sombra de su alabado y todopoderoso padre?
Norbert Lebert -”Tú llevarás mi nombre”
Gudrun Himmler tenía devoción por su papá. Recortaba cada retrato suyo que podía conseguir y los pegaba en un gran álbum, coleccionaba todos los artículos publicados sobre él y bordaba trabajos a mano que le entregaba cuando la guerra se los permitía. La última vez que lo vio fue en noviembre de 1944, a partir de ese momento se comunicaron telefónicamente. Durante esas charlas el Reichführer dejaba de lado sus preocupaciones sobre la caída del régimen y su suerte personal. Cuando hablaba con ella se ocupaba exclusivamente de los asuntos de su hija de 14 años.
“Puppi” (muñeca), como le decía su padre, luego de la guerra recorrió varias cárceles e instalaciones militares con su madre en un máximo hermetismo. Hasta el 20 de agosto de 1945 desconoció la suerte de Himmler y se enteró de su muerte de la forma que vivió como más humillante. Ese día un periodista norteamericano entrevistó su madre en la celda donde se encontraban detenidas por los aliados en la Alemania ocupada. El cronista rompió el hielo con preguntas superficiales como: “¿Dónde conoció a su esposo?” y “¿Cómo era en casa?”. Cuando al fin tocó el tema de los campos de concentración, la quinceañera exaltada preguntó rápidamente: “¿Dónde está mi padre?”. El periodista, que ignoraba por completo que la joven y su madre desconocían el final del jerarca nazi, respondió sorprendido: “Muerto...hace tiempo se envenenó”. Un silencio absoluto se adueñó de la celda hasta que llegó el grito del guardia: “¡Usted no estaba autorizado a decir eso!”. Las consecuencias en Gudrun no se hicieron esperar. Sufrió un colapso total con escalofríos y 40 grados de fiebre por varios días. Los médicos advirtieron que no era seguro que se salve, pero luego de tres semanas pudo levantarse de nuevo. Nunca fue la misma.
Su pesadilla comenzó en la primavera de 1945 cuando el general alemán Wolff celebraba en la villa real de Bolzano su cumpleaños. Todos los presentes sabían que el final estaba cerca pero procuraban que nada malo sucedía entre canapés deliciosos y arreglos florales. Sólo un capitán S. S. no participaba del festejo porque se encontraba detenido en una habitación cercana al banquete. Minutos antes de las doce, cuando el general planeaba sentarse a la mesa con sus invitados de lujo, los soldados norteamericanos irrumpieron en el salón y se llevaron a todos menos al detenido capitán S.S., quién cambió su libertad por la información sobre el paradero de la familia Himmler.
Finalmente, el 13 de mayo Gudrun vio llegar un jeep a la Casa del Monte de Wolkenstein donde se encontraba junto a su madre. Con ellas estaba un soldado alemán asignado exclusivamente para la protección de la familia. “¡Venga con nosotros!”, le ordenó un sargento norteamericano a Marga, quien le preguntó que harían con su hija. “También”, respondió el sargento que ordenó que se quede únicamente el soldado alemán que se despidió de las mujeres con el brazo en alto y el “Heil Hitler” ya en decadencia. El jeep americano frenó de golpe y el sargento exaltado al bajar del coche agarró fuertemente al soldado y le gritó: “¡Eso se ha acabado, a ver si se acostumbra!”.
A partir de ese momento llegaron las detenciones en centros militares, la huelga de hambre que le ganó a sus captores cuando consiguió para ella y su madre la comida que preparaban para los altos oficiales, la peor noticia de la peor manera, su crisis nerviosa y su nueva vida de humillaciones. La nena mimada S.S. y de la Europa nazi se desvestía delante de soldados americanos que tenían orden de vigilarla las 24 horas.
A los 15 años detenida en Nüremberg en la llamada “sala de testigos” se dedicó a hacer, desde su inocencia de adolescente, lo mismo que hoy hace a los 78. En 1945 fueron muñequitos de papel plateado con estrellitas navideñas para los jerarcas nazis sobrevivientes a la guerra que estaban siendo juzgados. Hoy es ayuda legal, financiera y soporte moral para los ancianos criminales subordinados a su padre. Stille Hilfe (ayuda silenciosa), hoy dirigida por la hija del Reichführer, comenzó sus actividades en noviembre de 1951 bajo el ala protectora de sectores de la Iglesia y recursos económicos privados. El ex capitán Erich Priebke, refugiado durante casi medio siglo en Argentina, recibió siempre dulces, libros, cartas de aliento y ayuda financiera de la mujer que vive modestamente en Füstenried, un suburbio de Münich, pero que maneja cuantiosos fondos para pagarles a los abogados que defienden a los asesinos nazis alrededor del mundo. Otro protegido por Stille Hilfe fue Anton Malloth, responsable de la muerte de 700 judíos y miles de checos. Mallaoth, luego de esquivarle a la prisión toda la vida con la ayuda de Gudrun, pudo rehacer su vida gracias a la organización y vivir sus últimos días en paz en Merano, una ciudad de habla germana al noreste de Italia. Una de las más destacadas ancianas ayudadas por “Puppi” fue “La Yegua” Herminie Brainsteiner. La austriaca, que terminó su vida en un departamento pagado por la mutual neonazi, se ganó ese apodo por la brutalidad con la que castigaba a sus víctimas en el campo de concentración de Makdanek, Polonia.
Stille Hilfe publica una revista semestral llamada Rundbriefen. Para acompañar al título, Gudrun eligió el mismo lema de las S. S. de su padre: “Nuestro honor se llama fidelidad”.
*TRABAJO ESCRITO PARA LA CÁTEDRA DEL PROFESOR MARCELO MONTSERRAT-MAESTRÍA DE CS POLÍTICAS Y ECONOMÍA DE ESEADE
viernes, 4 de enero de 2008
Empleados públicos y despidos
Como bien afirmó Ludwig von Mises en su obra Burocracia hay una gran diferencia entre el empleado del sector privado respecto al del público. Por un lado, en las empresas, el fin a perseguir es el lucro, las mayores ganancias con los menores costos posibles. Esto no quiere decir que un empresario no quiera contratar gente y dar trabajo, todo lo contrario, pero lo hará siempre y cuando le represente mayores retribuciones. ¿Qué propietario de una empresa no quisiera ser el dueño de una multinacional con un millón de trabajadores? Ninguno. Por su parte, el empleado público, aunque también necesario, no pertenece a una organización que tenga como fin multiplicar sus ganancias, por lo que tampoco sus contratantes están pendientes ni de la eficiencia ni del gasto. Aquí es cuando los puestos de trabajo se multiplican más allá de las necesidades reales.
Cuando una empresa que pertenecía al Estado pasa a manos privadas se modifica su finalidad. A partir de ese momento el único fin es conseguir ganancias por lo que el personal se ve afectado por el más brutal proceso de “sinceramiento”. Los puestos que sirven se mantienen, los que están de más se suprimen. Este fenómeno pinta como los malos de la película a los que vendieron y a los que compraron, dejando impunes a los verdaderos responsables: los que contrataron gente que no era necesaria con dinero de los contribuyentes. Probablemente algún lector me recrimine que es “malvado” catalogar de puestos innecesarios a lo que puede ser el sustento de una familia. A ellos les respondo: ¿Ustedes estarían dispuestos a contratar el doble de personas de las que necesitan para su negocio con el fin de dar trabajo? Si alguien estaría dispuesto a hacer semejante tontería acabaría dejando sin el sustento a los empleados que necesitaba, a los que no y a su propia familia ya que iría derecho a la quiebra.
Volviendo a Mises, y para no herir susceptibilidades, no se trata de personas, sino de sistemas. El motor de la economía es el sector privado y su crecimiento inevitablemente vendrá de la mano de una mejora en la calidad de vida de las personas. Si bien el sector público es necesario, tiene que estar reducido exclusivamente al marco de sus necesidades puntuales. La idea de que el personal del gobierno porteño se renueve con el cambio de representantes parece ser una buena en esta dirección.
jueves, 3 de enero de 2008
La filosofía de John Stuart Mill
En su Autobiografía, Mill detalló el método exigente al que fue sometido por su padre para recibir su educación: “No recuerdo cuándo empecé a aprender griego; me han dicho que tenía tres años”. Para los siete ya había leído muchos clásicos en su idioma original. Luego de aprender latín a los ocho años estudió matemática compleja y para los once ya se interesaba en otras ciencias como la física y la química. Como destaca el filósofo Antonio Rodríguez Huéscar, Mill antes de cumplir diez años ya se había convertido en un curioso ejemplar de sabio en miniatura.
“… leí en 1813 los seis primeros diálogos de Platón, el último de los cuales me atrevo a pensar que hubiera sido mejor omitirlo, porque fue imposible en absoluto que lo entendiera”. Para su padre, afirmó, su enseñanza, no sólo exigía de él todo lo que John Stuart podía hacer, sino mucho de lo que no había posibilidad que hiciera. A los doce años entró en otro grado más avanzado del proceso de su educación estudiando lógica y análisis. Luego de un viaje a Francia en 1820 comenzó el período que él mismo denominó como “autoeducación”.
La base de su formación filosófica fue el utilitarismo de Bentham, al que adhirió con entusiasmo en toda su juventud. Con el tiempo algunas conclusiones personales lo llevaron a diferenciarse en varios aspectos del amigo de su padre. Otras grandes influencias fueron para él John Locke, David Hume y los pensadores de la escuela escocesa del common sense.
En 1822 fundó la Sociedad Utilitaria y un año más tarde fue nombrado Examiner de la East India Company, cargo que le brindó una tranquilidad económica.
Publicó en la revista londinense The Traveler su primer artículo de economía a los diecisiete años y empezó a colaborar en la Westminster Review, fundada por Bentham. Entre 1826 y 1828 la lectura de algunos poetas como Wordsorth, le permitieron superar una crisis emocional y le ayudaron a cambiar el rumbo de sus ideas. Por estos días comienza a estudiar a los saintsimonianos y mantiene una larga correspondencia con Comte.
En 1848 aparecieron sus Principios de Economía Política y en 1951 se casó con Helen Taylor, cuya influencia repercutió tanto en su vida espiritual como intelectual. Luego de la pérdida de su esposa siete años más tarde compró una finca cerca de Avignon donde vivió con su hijastra. Entre 1865 y 1868 fue diputado en la Cámara de los Comunes. Murió el 8 de mayo de 1873.
Sus obras más destacadas fueron Sobre la libertad, Pensamientos sobre la reforma parlamentaria, Consideraciones sobre el gobierno representativo, El utilitarismo, La esclavitud de la mujer y su Autobiografía.
Sus textos analizados en este trabajo son Sobre la Libertad (1859), La esclavitud de la mujer (1869) y La Naturaleza (1874), un escrito póstumo no muy divulgado hasta ahora pero necesario para entender sus fundamentos en las otras dos obras donde destaca la importancia de la libertad individual y la igualdad de los sexos.
Sobre la libertad
John Stuart Mill advierte que el objetivo de su ensayo no es analizar el “libre albedrío”, sino la libertad social o civil. Los límites del poder que pueden ser ejercidos legítimamente por la sociedad sobre el individuo. Para el autor se trata de un problema poco tratado, pero esta convencido de que ejerce una seria influencia en los problemas sociales de su época y predice que el análisis sobre este conflicto será vital en el porvenir.
Luego de que los pueblos advirtieron que podrían buscar en sus gobernantes representantes, defensores de sus propios intereses, en lugar de ocupar ellos el rol de meros súbditos, Mill destaca que todavía el totalitarismo podría estar latente. La “tiranía de la mayoría” aparece como uno de esos males contra los que la sociedad debe mantenerse en guardia.
Según el autor la sociedad ejecuta sus propios decretos, los cuales pueden ser imperfectos y equivocados, ejerciendo una tiranía social, que podría llegar a ser incluso hasta más peligrosa que la tiranía legal, ya que a pesar de no poseer sanciones, no permite desconocerla y esquivarla porque está en todos lados. “…penetra mucho más a fondo en los detalles de la vida, llegando hasta a encadenar el alma”.
“No basta con una simple protección contra la tiranía del magistrado. Se requiere, además, protección contra la tiranía de las opiniones y pasiones dominantes; contra la tendencia de la sociedad a imponer como reglas de conducta sus ideas y costumbres a los que difieren de ellas, empleando para ello medios que no son precisamente las penas civiles; contra la tendencia de la sociedad a obstruir el desarrollo e impedir, en lo posible, la formación de individualidades diferentes”.
En el pensamiento de Mill encontrar el límite para la acción legitima de la opinión colectiva sobre la independencia del individuo, es tan indispensable como la protección contra el despotismo político.
Para que un individuo sea libre es necesario que la sociedad no tenga ninguna injerencia en los asuntos que afecten al propio sujeto. Por lo tanto, las personas deben tener el dominio interno de sus propias conciencias, exigiendo la libertad de las mismas en el sentido más amplio de la palabra, la libertad de pensar y de sentir, la libertad absoluta de opiniones y de sentimientos sobre cualquier asunto práctico, especulativo, científico, moral o teológico. Según el filósofo el principio de la “libertad humana” requiere la libertad de gustos y de inclinaciones, la libertad de organizar nuestra vida siguiendo nuestro modo de ser, de hacer lo que se nos plazca, sujetos a las consecuencias de nuestros actos, sin que nuestros semejantes nos lo impidan, en tanto que no les perjudiquemos, e incluso, aunque ellos pudieran encontrar nuestra conducta “disparatada, perversa o errónea”.
No se puede llamar libre a una sociedad, advierte, cuando estas libertades no sean respetadas y ninguna será completamente libre si estas libertades no existen en ella de una manera absoluta y sin reserva. Para Mill cada cual es el mejor guardián de su propia salud sea física, mental o espiritual.
Cuando estas libertades no son respetadas surge un fenómeno en cadena que le quita al mundo la posibilidad de descubrir nuevas verdades: al silenciar a una persona, no sólo están vulnerando su derecho, sino que esa situación aparece ante los ojos de los demás atemorizando o restando el esfuerzo activo de otros individuos de propagar sus ideas. Cuando “los espíritus activos y curiosos” advierten que es preferible guardar para sí mismos sus pensamientos y se adaptan a los demás a la hora de hablar en público se convierten en “puros esclavos del lugar común”.
El despotismo de la costumbre
En uno de los capítulos más importantes de la obra, De la individualidad como uno de los elementos del bienestar, Stuart Mill advierte sobre lo que describe como “El despotismo de la costumbre”. Este fenómeno se muestra por todas partes como un perpetuo obstáculo que se opone al avance humano, ya que atenta contra la inclinación a aspirar algo más de lo acostumbrado, lo que el autor denomina “espíritu de libertad”. Para Mill es vital que el entorno no atente contra las diferentes personalidades ya que estaría siendo proclive a la eliminación de las mismas. A pesar de que cree en el individuo como lo que le da vida a la sociedad, teme que una dictadura moral de un pensamiento mayoritario impida el nacimiento de nuevas verdades desafiantes a lo establecido.
También advierte que el espíritu de progreso no siempre puede ser un espíritu de libertad, pero sí la única fuente de progreso es la libertad, ya que gracias a ella, el progreso puede contar con tantos centros independientes como individuos existentes.
“No nos oponemos al progreso; al contrario, nos vanagloriamos de ser los hombres más progresistas que existieron jamás; pero batallamos contra la individualidad; creeríamos haber hecho maravillas, si todos nos hiciéramos semejantes los unos a los otros”.
La libertad moral y utilitarista
Para el periodista Mariano Grondona en su libro Los pensadores de la libertad, hay respecto al utilitarismo en el pensamiento liberal dos ramas: la ética principista, no utilitaria con Locke, Smith, Kant y Nozik, y la rama utilitaria con Stuart Mill y von Mises. Sin embargo a la hora de justificar las virtudes de la libertad de expresión, en Mill conviven lo moral y lo útil, en términos kantianos, el imperativo categórico y el hipotético.
Por un lado en su introducción de Sobre la libertad, el filósofo británico advierte que es injusto cualquier intento de acallar una voz en particular, tenga lo que tenga que decir. Pero más adelante también destaca sobre el riesgo de silenciar un pensamiento, no solo para el censurado, sino para el resto de la sociedad que puede estar perdiéndose de una posible verdad:
-Si una opinión es silenciada, existen posibilidades de que sea verdadera, por lo que negarlo equivaldría a afirmar la propia infalibilidad.
-Aún cuando la opinión reducida al silencio fuera un error, podría contener (para Mill algo que ocurre en la mayoría de las veces) una parte de verdad que se estaría perdiendo la oportunidad de conocer.
-En el caso de que una opinión heredada por generaciones sea verdadera al no ser discutida vigorosa y lealmente se la profesará como una especie de prejuicio sin comprender los verdaderos fundamentos racionales, por lo que correría el riesgo de perderse o debilitarse.
“Silenciar una opinión es robar a la humanidad, porque, si esa opinión es verdadera se roba a la humanidad una verdad, y si no lo es, se roba a la verdad la mayor fuerza que hubiese obtenido gracias al choque la colisión con el error”.
Para ejemplificar la fortaleza que brinda el debate y su necesidad Mill cita al poderío de las Iglesias y se pregunta por qué son tan fuertes al momento de nacer y durante sus primeros años, mientras que con el paso de los siglos apenas se mantienen y hasta pierden espacio. Su respuesta es que tuvieron que luchar al principio porque tenían la necesidad de competir. Cuando esto ya no es vital para la subsistencia, las ideas que antes estaban siendo juzgadas por el debate se convierten en verdades oficiales.
Al reconocer que todas las opiniones y estilos de vida deben tener la misma posibilidad de ser expresados en libertad, Mill está en sintonía con Karl Popper (por lo menos en este aspecto, ya que desde La miseria del historicismo éste marcó varias diferencias entre ellos) al no abrazar una verdad como definitiva y a seguir sometiendo a juicio, ya sea por medio del debate –Mill- o del método hipotético deductivo –Popper-, a estar abiertos ante la posibilidad de conocer una verdad mejor en un futuro cuando el espíritu humano sea capaz de recibirla y mientras esto ocurra, estar tranquilos con la mejor verdad que se esté capacitada para entender en el presente. La evolución de las ideas para Mill tiene lugar cuando se pasa de un estado de menor libertad a uno más libre.
“El despotismo es un modo legitimo de gobierno tratándose de bárbaros, siempre que su fin sea su mejoramiento, y que los medios se justifiquen por estar actualmente encaminados a ese fin. La libertad, como principio no tiene aplicación a un estado de cosas anterior al momento en que la humanidad se hizo capaz de mejorar por la libre y pacífica discusión. Hasta entonces no hubo para ella más que la obediencia implícita a un Akbar o un Carlomagno, si tuvo fortuna de encontrar alguno”.
La obra y el autor
John Stuart Mill había pensando inicialmente en Sobre la libertad como un corto ensayo filosófico en 1854, pero con el tiempo sus constantes revisiones y correcciones lo convirtieron en el tratado de filosofía que conoció el mundo cinco años más tarde cuando murió su esposa, Helen Taylor, de una afección pulmonar. Ella fue una gran influencia en su vida a la hora de pensar los derechos civiles y las libertades de los individuos. Juntos lo leían y lo volvían a guardar para volver al texto una y otra vez antes de que salga a la luz. La última revisión que le hicieron fue en el invierno de 1858.
“Después de mi pérdida irreparable, uno de mis primeros cuidados fue imprimir y publicar el tratado, mucho del cual fue obra de la que he perdido, y consagrarlo a su memoria. No he hecho adición ni alteración ni la haré nunca. Aunque falte el último toque de su mano, nunca la mía intentará substituirla”.
En su biografía el autor confiesa que Sobre la libertad fue básicamente una producción que realizó junto a su amada esposa y reconoce, que además de ser el escrito al que más atención le brindó, no hubo una sola frase la cual no hayan discutido juntos.
Una de las principales ideas del libro, la discusión de las ideas en libertad e igualdad para llegar a verdades mejores, Mill destaca que en su vida personal fue lograda a lo largo de su relación con Taylor. Reconoce que por su mera condición de hombre pudo haber ejercido en algún momento abusos de autoridad contra ella y el hecho de no hacerlo, y filosofar junto a su mujer en condiciones de igualdad, le brindó un panorama más amplio haciéndole conocer “nuevas verdades” y librándolo de errores.
Para Mill, esta obra en particular sería trascendente en el tiempo, porque la “confusión” del espíritu de su esposa junto al suyo ha hecho de él un texto filosófico de una verdad única, a la que los cambios que progresivamente se suceden en la sociedad moderna tienden a dar relieve más vigoroso: “la importancia para el hombre y la sociedad de una gran variedad de caracteres y de dar plena libertad a la naturaleza humana para expansionarse en direcciones innumerables y confluentes”.
La experiencia y la tolerancia ante la naturaleza como bases para la sociedad
Dentro del pensamiento de John Stuart Mill la experiencia es el único medio para poder abandonar lo que considera las “falsas costumbres” que atentan contra el individuo y la potencialidad de su personalidad. Para que el hombre logre rectificar sus errores, es necesaria la experiencia que se logra exclusivamente en un ámbito de discusión de las ideas. Mill no encuentra en la “naturaleza del hombre”, la capacidad de enmendar sus errores por medio de un aprendizaje natural que pueda llevarse a cabo lejos del debate entre personas con diferentes posturas que compitan libremente por la aceptación y la supervivencia de las mismas.
“Ningún hombre sabio pudo adquirir su sabiduría de otra forma, y no está en la naturaleza del espíritu del hombre el adquirirla de otra manera. El hábito constante de corregir y completar ideas comparándolas con otras, lejos de producir dudas y vacilación, es el único fundamento estable de una justa confianza en todo aquello que se desee conocer a fondo”.
De esta manera se diferencia de la naturaleza humana aristotélica donde la polis era producto de la búsqueda natural de los hombres que formaban familias y luego aldeas. Para Aristóteles “la ciudad es una de las cosas más naturales y el hombre, por su naturaleza es un animal político o civil”. En La política, le dedicó un capítulo a la esclavitud donde afirmaba que existen, desde el momento en que nacen, seres dedicados a mandar mientras que otros lo están para obedecer. Para Aristóteles se trata de una “condición que la naturaleza impone a todos los seres animados”. A pesar del tiempo que separa a los autores, John Stuart Mill esta convencido que la justificación equivocada en nombre de la naturaleza nunca dejó de estar vigente.
La Naturaleza: “Fuente de falsos gustos, falsa filosofía, falsa moralidad, e incluso falsa jurisprudencia”
A pesar de que a la hora de analizar el pensamiento de Mill usualmente se destaque su crítica a la “naturaleza humana”, el autor escribió un texto completo dedicado a la Naturaleza en sí misma. En sus páginas argumenta como ese ámbito no puede ser nunca considerado como un modelo moral para las relaciones sociales. A pesar de que escribió este tratado entre 1850 y 1858, sus constantes revisiones y correcciones demoraron su llegada a la imprenta hasta el año de su muerte en 1873 y su salida a la luz recién se pudo dar de manera póstuma un año más tarde.
Según el filósofo británico las palabras que se derivan de “Naturaleza” etimológicamente, han ocupado en todos los tiempos un lugar importante en los pensamientos de la humanidad. Si bien no le llama la atención que así haya sucedido a lo largo de la historia, “por lo que representan en su primitivo y más obvio significado”, lamenta que lo que considera sólo “un conjunto de términos”, desempeñen un papel tan enorme en el ámbito la especulación moral y metafísica.
“Las palabras han llegado a enredarse en tantas asociaciones que le son extrañas –la mayoría de ellas de carácter muy poderoso y tenaz-, que han venido a suscitar y a ser símbolos de sentimientos que el significado original no podría justificar en modo alguno, y que han hecho de ellas una de las fuentes de de falsos gustos, falsa filosofía, falsa moralidad, e incluso falsa jurisprudencia”.
La Naturaleza es una obra muy ligada a Sobre la Libertad, ya que en sus páginas el autor revela la falta de sustento que poseen las doctrinas que intentan suprimir a los individuos con costumbres, gustos y posturas diferentes a las de la mayoría, argumentando la “naturalidad” o la “antinaturalidad” de las cosas, como todavía ocurre hoy en día. En nuestro país recientemente una legisladora defendió un proyecto que permitía la unión civil para personas del mismo sexo y el debate en el recinto con sus colegas se basó básicamente en los mismos términos que escribió Mill en el siglo XIX: sus opositores argumentaron el desconocimiento de las “leyes naturales” que habían organizado las células fundamentales de la sociedad. Este grupo de diputados eligió a la hora de oponerse al proyecto describir la unión civil como “contraria a la naturaleza humana”.
“Aunque quizá no pueda ahora encontrarse a nadie que, como los autores institucionales de otro tiempo, adopte la llamada Ley de Naturaleza como fundamento de la ética y trate consistentemente de razonar a partir de ella la palabra Naturaleza y sus afines deben aún encontrarse entre las que tienen un gran peso en la argumentación moral.”
“Si puede decirse con algún grado de plausibilidad que la naturaleza impone algo, la conveniencia de obedecer esta imposición es considerada cosa clara por la mayoría de la gente; y al contrario: la imputación de que algo es contrario a la naturaleza, se considera que cierra ya la puerta a cualquier pretensión de que lo que así se designa sea tolerado o excusado; y la palabra
antinatural no ha cesado de ser uno de los epítetos más vituperiosos del lenguaje”.
Mill no sólo se opone a buscar en la Naturaleza un sistema que rija el comportamiento y las relaciones humanas, sino que propone darle la espalda en virtud de la razón del pensamiento del ser humano autónomo y libre. Para él seguir el comportamiento natural sería dar rienda suelta a todos los impulsos espontáneos, lo que equivaldría a caer en un estado de barbarie intolerable. El comportamiento de los animales salvajes, el horror que acompaña las plagas, tormentas, inundaciones u otros desastres naturales, llevan al autor a la conclusión que ni siquiera los peores hombres podrían cometer jamás actos tan atroces como los que en el mundo natural se cometen constantemente. Por lo tanto, para Mill, el curso de la Naturaleza no es para nada apropiado para que los seres humanos lo imiten.
La virtud antinatural
Siguiendo a David Hume, Mill le da importancia a los logros obtenidos en el largo plazo a costa de sacrificios actuales. Para el filósofo el autocontrol de sacrificar un deseo presente para lograr un objetivo distante se trata de una acción que es absolutamente antinatural para el ser humano “no-disciplinado”.
Otra virtud “artificial” según Mill es la limpieza: “¿Puede haber algo que sea más enteramente artificial?”, se pregunta. En su tratado afirma que sólo los niños y las clases inferiores parecen vivir tranquilamente en suciedad, mientras que solamente una minoría se escandaliza por eso, por lo que llega a la conclusión que la basura sólo molesta a quienes han vivido en una situación tan artificial como para no estar acostumbrados a ella en ninguna de sus formas. “De todas las virtudes, la limpieza, es la más claramente no-instintiva; es por el contrario un triunfo sobre el instinto”, afirma.
“Pienso que sólo en una condición altamente artificializada de la naturaleza humana surgió la noción, o pudo jamás haber surgido la noción de que la bondad era natural; pues sólo tras un largo proceso de educación artificial llegaron los buenos sentimientos a ser tan predominantes sobre los malos como para brotar espontáneamente cuando la ocasión lo requería”.
Para Mill cuando el ser humano cava, ara, construye y se viste, viola varios mandatos naturales. La construcción de puentes, los pararrayos y los diques son para él logros contra la naturaleza y no producto de la misma. La tarea del hombre, entonces, pasa a ser la de “corregir o mitigarla”, en lugar de imitarla o inspirarse en ella para establecer las bases de la vida en sociedad.
En su tratado advierte que las ideas que afirman que el hombre “debe” seguir las leyes de la naturaleza carecen de sentido, ya que el hombre no puede hacer otra cosa que no sea seguirlas; porque todas sus acciones son realizadas por medio de muchas leyes físicas o mentales de la naturaleza. Pero destaca que la doctrina que afirma que el hombre debe basar su comportamiento inspirado en las leyes naturales es irracional e inmoral.
Irracional, porque toda acción humana para Mill consiste en alterar y toda acción útil en mejorar el curso espontáneo de la naturaleza.
Inmoral, porque el curso de los fenómenos naturales, al estar repleto de todas esas cosas que, cuando son cometidas por seres humanos, merecen ser aborrecidas. “Cualquiera que tratase de imitar con sus acciones el curso natural de las cosas, sería visto y reconocido universalmente como el más malvado de los hombres.”
La esclavitud de la mujer
Durante el siglo XIX en Europa todavía se hacían argumentaciones absurdas acerca de la superioridad del hombre sobre la mujer. Algunos “especialistas” defendían sus posturas por medio de argumentos físicos y genéticos. A muchos de ellos Stuart Mill les respondió desde La esclavitud de la mujer, donde resaltaba, por ejemplo, que si por el peso del cerebro se determinaría la capacidad “una ballena sería más inteligente que el hombre”.
Para ilustrar las posturas retrógradas con las que Mill debatía en su época podemos citar al escritor catalán Pompeu Gerner quien aseguraba que a diferencia del hombre “la mujer no es un ser completo; es sólo el instrumento de reproducción destinada a perpetuar la especie, mientras que el hombre, el generador de inteligencia, es el encargado de hacerla progresar”.
En esta obra John Stuart Mill argumenta porque las relaciones desiguales entre los sexos en nombre de la ley son “malas en sí mismas” y forman uno de los principales obstáculos para el progreso de la humanidad.
Para el autor la desigualdad debería substituirse por una “igualdad perfecta” sin privilegio ni poder para un sexo ni incapacidad alguna para otro. Mill sostiene que esta desigualdad está arraigada a un sentimiento y no a la razón. Si la misma estuviera sostenida por el raciocinio, afirma, al refutarla los fundamentos del error quedarían quebrantados. Por lo tanto, mientras el sentimiento subsista, no le faltarán argumentos para defenderse.
La situación de inferioridad de la mujer que cuestiona “no descansa sino en teorías”, sin la posibilidad que se hayan ensayado otras. La adopción del régimen de la desigualdad para Mill no ha sido fruto de la libre deliberación del pensamiento, sino que proviene desde los primeros días de la sociedad humana cuando la mujer fue entregada como esclava al hombre a quien no podía resistir dada la inferioridad de su fuerza muscular.
“Los individuos que en un principio se vieron sometidos a la obediencia forzosa, a ella quedaron sujetos más tarde en nombre de la ley. La esclavitud, que al principio no era más que cuestión de fuerza entre el amo y el esclavo llegó a ser institución legal, sancionada y protegida por el derecho escrito”.
Para Mill, al momento de su tratado, la esclavitud de la mujer, aunque “más blanda” continuaba vigente. Los ámbitos donde esta sumisión se ejercía de manera más violenta, además de las diferencias legales y los prejuicios cotidianos, son para él la política, ya que las mujeres no tenían participación y el matrimonio, donde llegan a sufrir peores situaciones de esclavitud que los mismos esclavos: “No es mi propósito afirmar que las mujeres no sean en general mejor tratadas que los esclavos; pero sí digo que no hay esclavo cuya esclavitud sea tan completa como la de la mujer”.
La naturaleza de los sexos
En el quinto capítulo del libro plantea la imposibilidad de analizar la naturaleza de cada sexo mientras se la observe en las recíprocas relaciones tradicionales. Para el filósofo británico la única manera de poder realizar un análisis comparativo sería estudiando sociedades compuestas de hombres sin mujeres, de mujeres sin hombres, o de hombres y mujeres sin que éstas estuviesen sujetas a los hombres. Ante la imposibilidad de un estudio semejante, para Mill es imposible saber algo positivo acerca de las diferencias intelectuales o morales que puede haber en la constitución de ambos sexos.
“Lo que se llama hoy la naturaleza de la mujer es un producto eminentemente artificial”.
El beneficio de la libertad
Al momento de escribir su tratado en defensa de la igualdad de oportunidades para ambos sexos, Mill advierte que las capacidades y aptitudes escasean: la oferta de sujetos aptos es totalmente inferior a la demanda, por lo que recomienda abrir el juego a las posibilidades que pueden venir de la mano de las mujeres.
Concedida la libertad para ellas, permitiéndoles elegir libremente la manera de emplearla, abriéndoles los mismos horizontes y ofreciéndoles iguales premios que al hombre, asegura, se duplicaría la suma de facultades intelectuales que la humanidad utiliza para su servicio. Por lo tanto aumentaría la cifra de las personas que trabajan en bien de la especie humana.
“No veía yo ninguna razón plausible para que las mujeres estuviesen sometidas legalmente a otras personas, mientras no lo están los hombres. Me hallaba persuadido de que sus derechos necesitaban defensores, y que ninguna protección obtendrían mientras no disfrutasen, como el hombre, el derecho de hacer las leyes que han de acatar. La comunicación con la señora de Taylor me hizo comprender la inmensa trascendencia y los amargos frutos de la incapacidad de la mujer, tal cual he probado a mostrarlos en mi Tratado de la esclavitud de la mujer”.
*TRABAJO REALIZADO PARA LA CÁTEDRA DEL PROFESOR ENRIQUE AGUILAR. MAESTRÍA DE CS POLÍTICAS Y ECONOMÍA. ESEADE
La construcción de la derrota para un idiota encaprichado
Para no caer en la burda descalificación sin fundamentos como hizo José Pablo en su artículo La construcción de la derrota, cuando llamó “fascista” a más del 60% del electorado porteño, recordemos que la RAE explica que un idiota es, entre otras cosas que también le vienen como anillo al dedo, un “tonto, corto de entendimiento”. Feinmann tiene un corto entendimiento sobre muchas cosas.
Luego de un juego de palabras donde argumenta que el candidato Daniel Filmus tenía todas las de perder solamente porque no se podría crear un movimiento político exitoso con el nombre de “filmusismo”, el filósofo que escribe en el Boletín Oficial, también conocido como Página 12, reconoce que “…el candidato elegido es una buena persona. Con expresión de osito tierno”, pero que eso “no es lo que busca el electorado porteño”.
Del análisis de nuestro querido idiota y su corto entendimiento podemos hacer dos lecturas. Una, de lo que nos quiere decir (donde se equivoca terriblemente). La otra de lo que reconoce implícitamente (y que le sacaría el sueño a muchos otros idiotas afines al filósofo en cuestión).
* Por un lado su “corto entendimiento” le indica que Mauricio Macri ganó las elecciones por el perfil de “osito tierno” del candidato oficial, mientras que cualquier vecino de Buenos Aires, ya sea del 60% de los fascistas o del 40% de iluminados, le confirmaría, que además de la adhesión a la propuesta del PRO, existió un voto castigo al kirchnerato. Una quita de confianza producto del estilo agresivo de Néstor, que es Kirchner, y su visión hegemónica. Además, no fueron pocos los vecinos se sintieron insultados por una campaña que además de sucia fue sin propuestas, con una Buenos Aires repleta de los rostros de varios artistas, muchos relacionados al canal estatal, recomendando a quien votar.
* No hace falta ser muy analítico para encontrar una enorme contradicción ideológica de nuestro estimado idiota ilustrado y sus lectores progres de clase media y media alta “anti mercado” y enemigos del “neo liberalismo salvaje”. Si Filmus, según la teoría descabellada de Feinmann, no fue elegido por su “nombre” y su “carisma” como argumenta, bien podríamos decir que el oficialismo tendría que haber ofrecido otro candidato al electorado. En ese caso, si el gobierno hubiera ofrecido un candidato sobre otro pensando en una imagen y un nombre por y para el beneplácito del votante, estaríamos ante las leyes mismas del mercado en el mundo de la política. Oferta y demanda. José Pablo, que tanto le gusta hablar de Heidegger, Hegel y que propone “no huir de Marx”… ¿Habrá leído alguna vez a Milton Friedman?
Sería interesante que el filósofo, abanderado del progresismo hipócrita que tiene mucho más de “facho” que de “progre”, explique el motivo por el cual las leyes de mercado funcionan en diferentes ámbitos del comportamiento humano y no en la economía misma.
Mitos y mentiras sobre el liberalismo
Luego de cuarenta años de estatismo conservador, radical, peronista y militar, los enormes endeudamientos del proceso militar del 76 y de la década del 90 aparecen ante parte de la opinión pública como el fracaso del llamado “neoliberalismo”.
El hecho que semejante mentira no se discuta en lo más mínimo y sea asimilada por completo por una nueva generación que dará los votantes y representantes del mañana tiene dos responsables. Por un lado, los mentirosos, de los cuales no podemos esperar nada ya que conocemos sus intenciones antagónicas a la libertad. Del otro, los cobardes, de este grupo sí tenemos que preocuparnos.
Hoy puede leerse en los apuntes con los que estudian los chicos del secundario y la universidad que el Proceso de Reorganización Nacional fue un golpe militar que traía exclusivamente la intención de instaurar un plan económico para empobrecer al país. Sería absurdo que alguien se anime a buscar una conexión en el ámbito político del gobierno militar con el liberalismo, ya que la idea de un golpe es escandalosamente contraria a la libertad misma, a pesar de estar respaldada por la mayoría de la sociedad del momento, hija del mismo paternalismo político-estatista conservador, radical, peronista y militar del que antes hice mención. Ni hablar de la desaparición de personas, ya sean subversivas, inocentes, patriotas o guerrilleras. Entonces los cañones discursivos apuntaron al “plan” económico y al pasivo en el exterior que enfrentó el país. Durante este período el endeudamiento en su mayoría fue producto de préstamos que se hicieron al exterior desde las empresas estatales, con fines particulares y con el guiño de miembros del gobierno y de grupos privados, cuyas deudas fueron licuadas posteriormente desde el Ministerio de Economía, no desde el ente abstracto llamado “capitalismo salvaje”, pasando a ser parte de la deuda pública y violando antes que nada los derechos de propiedad de la mayoría de los argentinos. Podría enumerar como anécdota también el aseguro que le brindaba el Estado a las empresas amigas contratadas para las obras públicas, que por ley nunca podrían hacer un mal negocio ya que serían recompensadas económicamente por los militares por el servicio patriótico que brindaban al construir nuestro país… ¿Leyes de mercado o los inicios del modelo de Kirchner y De Vido?
Luego vino Alfonsín que dejó el gobierno con una galopante hiperinflación. El caudillo radical denunció un “golpe de mercado” y abandonó antes el poder. Yo me pregunto: ¿En el caso de que diez supermercados tengan una actitud golpista y suban mucho más los precios por sobre sus ganancias, no perderían lugar ante otros comerciantes que los puedan bajar, ya que tendrían margen de ganancia, y que acapararían el mercado? Sería una pregunta interesante para hacerle al actual Presidente que adjudica sus problemas a los mismos demonios, si aceptara entrevistas, claro está.
Después vino Menem que ató el peso al dólar, medida que sinceró nuestra economía, ya que el hecho de no poder imprimir billetes a gusto y necesidad del corto plazo, nos iba a mostrar que prolijos y autosuficientes éramos económicamente. La demagogia no tuvo fin: los gastos deficientes del Estado y la corrupción se financiaron con préstamos en el exterior. Nuevamente la deuda se incrementó y no justamente por culpa del liberalismo económico, todo lo contrario, sino del estatismo todopoderoso que puede burlar los presupuestos, cuyo único fin es autoabastecerse para permanecer en el poder el mayor tiempo posible. ¿Hace falta hablar de la ampliación de la Corte, las privatizaciones como la de los teléfonos que se hicieron sin lugar a la competencia o de las actitudes los gobernadores de Buenos Aires y Santa Cruz, que luego se transformaron en los mayores críticos de la década?
Ante la deformación histórica muchos intelectuales, políticos y periodistas que la saben interpretar guardan el más cómplice de los silencios. En lo personal tomé conciencia que tengo que ser un militante full time cuando un chico de clase media alta, universitario, preparado, no dependiente de la ayuda estatal, me dijo que nunca votaría a un liberal porque entonces estaría de acuerdo con la continuidad del sistema en que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres…A pesar de que nosotros no somos los que mentimos… ¿Tenemos algo de culpa? ¿Podríamos hacer algo más al respecto?
Hay que asumir que somos minoría, que el futuro como se perfila no es alentador, que a la mayoría no le interesa la política y que tenemos por delante un trabajo revolucionario. Las trincheras serán cada charla de café, las discusiones, las reuniones con amigos, los debates universitarios, el ámbito laboral y hasta la mesa familiar donde se dejó de hablar de política.
Recuperemos la militancia de las ideas porque es una batalla que podemos perder o ganar, pero nunca abandonar. Al menos los que no estamos dispuestos a preparar las valijas.
Artículo publicado en Atlas 1853